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España, el país donde más representación política hay.  Cuanto más gatos, más ratones

Erasmo Quintana *

La nación española es campeona en muchas cosas y ámbitos administrativos: es el país que más políticos tiene por metro cuadrado, uno de los gobiernos con mayor número de ministros, o lo que es lo mismo, mayor cantidad de despachos de los que en teoría deberían salir disparadas como flechas las soluciones a problemas que presentan los ciudadanos. Entonces, es verdad que medidas y soluciones promulgadas hace años, no se han visto resueltas como, por ejemplo, el Ingreso Mínimo Vital, medida que tantas expectativas positivas provocó, ante una realidad social precaria; otra de las medidas salidas de este gobierno de coalición fue el aumento del Salario Mínimo Interprofesional o el Salario Mínimo Vital. Todo se hizo de tal modo que no se articuló ninguna medida que garantizara el cumplimiento por las empresas y el propio Gobierno. Están bien las medidas, pero no son completas si no se articula el obligado cumplimiento de la ley. Aquí está el cogollo de la cuestión.

A este singular problema podemos añadir otro no menos curioso; se trata de la distinción que hace nuestra Administración entre un trabajador funcionario y otro que no lo es. El Tribunal Supremo, en el año 2022 reconocía al personal funcionario la reducción de jornada por cuidado de hijo con Discapacidad, respetándole el mantenimiento íntegro de su salario. Sin embargo, el art. 37.6 del Estatuto de los Trabajadores, de 2015, continúa castigando al personal laboral (no funcionario) con hijo también discapacitado a no contemplar el pago íntegro del salario, al establecerse injustamente que “quien por razones de guarda legal tenga a su cuidado directo algún menor de doce años o una persona con discapacidad que desempeñe una actividad retribuida, tendrá derecho a una reducción de la jornada de trabajo diaria, con la disminución proporcional del salario entre, al menos un octavo, y un máximo de la mitad de la duración de aquélla”. ¿Por qué esta insultante diferenciación entre un trabajador en régimen laboral y un funcionario? ¿Nos quieren explicar dicha ridícula e insultante diferencia, ante el mismo problema, entre trabajadores españoles? ¡Cuánta tarea queda por hacer en esta Corte de los Milagros que es España!

En realidad son ejemplares iniciativas, pero tan difíciles de acceder a ellas, que no llegan al fin que las inspiró, pues son tantos los requisitos, que las hacen inútiles de alcanzar por las familias. Para tener derecho al Bono Social Eléctrico, por ejemplo, hay que cumplir innumerables requisitos como: tener un nivel de renta por debajo del umbral establecido, una miseria; ser familia numerosa, o tener un hogar de pensionistas cobrando la cuantía mínima. Estos escollos, más la burocracia que acompaña, hacen que sea imposible zafarse de tanto mareo de perdiz. A la política la han enmierdado tanto que apesta: los catalanes de Junts, más en interés de su propio partido que en el de los ciudadanos (a los que se deben) en sede parlamentaria votaron en contra de la Ley que regularía el problema de los alquileres. Lo nunca visto.¿O sí?

Atractiva es, en otro orden de cosas, la actuación del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, al cual vemos como el presidente del Gobierno-Bis. Tiene comportamientos propios, no de jefe de la oposición sino de jefe del gobierno, clavadito. Vean cómo organiza a sus barones, de Madrid, Andalucía, etc. y los cónclaves que celebra, junto a la oposición inmisericorde: se opone a todo lo que salga del gobierno de Sánchez, sea o no bueno para los intereses de los administrados españoles. Así, le ha importado un carajo votar en contra de la propuesta sobre la subida del Salario Mínimo Interprofesional o la mejora sobre las pensiones, que estarán sometidas, su cuantía, a la variación del IPC. 

A Feijóo no se le ha visto un gesto de hombre de Estado, aunque se conduzca grotescamente como si lo fuera. En su extraviada personalidad tengan por seguro que seriamente se cree que es el presidente del Gobierno, y que Pedro Sánchez es quien está en la oposición. Tiene una manera de ser y de pensar, que sería incapaz de hacer lo que sí hizo José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), dando su apoyo a Mariano Rajoy (PP) para que pudiera formar Gobierno, lo que supuso un desgarro en el Partido Socialista, pero que dio la medida humana, altruista y desprendida de Zapatero.

Erasmo Quintana