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La migración forma parte intrínseca de la Historia de la Humanidad

Erasmo Quintana *

La migración, que tanto temen los del partido VOX, es tan antigua como la humanidad, y hay que situarse en el África meridional, donde aparece el Australopitecus afarensós, enre 3 y 3,5 millones de años, localizado en Etiopía, y eran ya bípedos, pues se encontraron huellas de pisadas en un paraje volcánico de Tanzania. Este Homo erectus, sapien y habilis se expandió por Europa y Asia, donde vivía hasta hace 100.000 años. De allí colonizaron Kenia, Argelia, Java y Marruecos. A Europa llegó el Homo erectus, pues desde África, en dos oleadas, se dispersaron por España, Alemania, Gran Bretaña, Francia y Hungría, con una antigüedad de 450.000 años. Restos humanos se hallaron en Atapuerca (Burgos) datados en 780.000 años, lo que demuestra que hubo una incursión anterior, no registrada, en la Península Ibérica. 

La escasez de restos impide hacer la filogenia del Cro-Magnon, cuyas características raciales son las actuales, de 100.000 años de evolución. Su economía era la agricultura, la caza y la domesticación de animales. Andando los siglos se formó el Imperio hitita, en la península de Anatolia, entrando en conflicto con el Imperio egipcio y expansionándose hasta Mesopotamia, con la batalla de Kadesh, quedando el río Orontes (Siria) como la frontera natural entre ambos.

Del legado etrusco surgió la civilización romana, que llegó a conquistar todo el entorno del mar Mediterráneo y más allá, nuestra península Ibérica y las Galias. Estas conquistas supusieron luchas sociales y esclavismo en la Hispania romana. Con la aparición desde el Norte de los suevos, alanos, vándalos, godos y visigodos, comenzó el declive del Imperio Romano. Aquéllos también eran migrantes y lo hacían en manadas. El Estrecho de Gibraltar fue el cauce de la migración musulmana, que la hacían en oleadas. Casi ochocientos años duró su estancia en la Península Hispana. Hasta hoy, que en pleno siglo XXI continúa esa migración. Algo hay que decir sin ambages: la migración no es “miseria”, es riqueza y desarrollo del país que la acoge.

La prueba evidente es los EE UU de América, lugar que desde el principio fue el destino de la migración europea y más tarde con el fenómeno del esclavismo africano, llegó a convertirse en una potencia económica mundial. Su historia está escrita por las omnipresentes oleadas de migración de todas las zonas del planeta, entre los que no puede faltar el país fronterizo, los mexicanos, que llevan la intemerata de años esas bandadas de migrantes intentando sortear los kilómetros de muralla para cumplir la soñada entrada al paraíso terrenal que es el país vecino. A esta potencia mundial en lo económico, repito, la hizo grande el flujo migratorio; así que éste, más que una rémora, es quien lo convirtió en la potencia mundial que a día de hoy es.   

Nuestro país, que también tiene una historia de migración en distintas épocas, alguna marcada por la persecución política, acabada la guerra civil, pues el dictador continuó firmando penas de muerte a quienes consideraba “de izquierdas”, u otros para mejorar las condiciones de vida, levantando su casa se iban a hacer las Américas con toda su familia; otros iban a Alemania, a Francia, Bélgica, Suiza o hasta a Australia; algunos canarios preferían Guinea española y el Sidi Ifni o el Sahara, territorios también españoles. Lo cierto es que se partía de una situación calamitosa, consecuencia de la postguerra nacional y de la Segunda Guerra mundial, con los Sanatorios llenos de enfermos del pulmón, pues cuando no hay buena alimentación -es sabido que quien primero lo detecta son los pulmones-, y el desabastecimiento por la autarquía. Todo el que pudo emigró. Para mayor abundamiento, ahí está “La maleta”, de Pedro Lezcano.

Ahora en España no se ponen de acuerdo en una verdad que hacen poliédrica los intereses de partido. Seis mil menores migrantes tiene Canarias y, por lo que en la Península manifiestan sus Comunidades, no quieren hacerse cargo de la insignificante cantidad de 347 niños no acompañados, evidenciando un fenómeno xenófobo y racista tremendo. No quieren a los “menas”, por lo demás, acrónimo horroroso. También en estos momentos está el debate de la Ley de Extranjería que, de aprobarse, puede que solucione la infame insolidaridad entre las comunidades autónomas españolas con el reparto de los niños migrantes no acompañados. Lo que de momento padece Canarias es un problema de solidaridad y crisis humanitaria nacional, pero yo diría que también internacional, pues está claro que este es más bien un problema de la humanidad.

Erasmo Quintana