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Cumbre de la OTAN

El fondo es la crisis política y económica de las principales potencias   ESPACIO INDEPENDIENTE

Se lleva a cabo estos días en Washington la cumbre de la OTAN con la presencia de jefes de Estado o de Gobierno de países miembros (por el Reino de España participa una delegación oficial encabezada por el presidente Pedro Sánchez). Reunión que coincide con el 75 aniversario de la constitución de la Alianza, y que se desarrolla bajo el liderazgo del decadente presidente Biden, con un programa que no es otro que el de la extensión de los frentes de guerra, en medio de la crisis política internacional de las principales potencias, comenzando por los EE UU, Francia, Gran Bretaña. 

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue creada al finalizar la Segunda Guerra Mundial con el fin principal de frenar el avance del comunismo, y ello bajo el liderazgo indiscutible de los Estados Unidos, como principal potencia vencedora.

Con el fin de la Guerra fría, ocasionada por el hundimiento de la URSS, los EEUU establecen la responsabilidad de una redefinición general del papel de la OTAN. Al desaparecer las bases materiales de la principal potencia de origen comunista, que es la propiedad social de los principales medios de producción, se abre un debate acerca de la utilidad política y militar de la OTAN, y por tanto de su continuidad. Se llegó a la conclusión de que con la caída de la URSS no desaparecerían todos los peligros revolucionarios; y por ello se decide dar continuidad a la Organización, no sólo como órgano político y militar defensivo del capitalismo y sus Estados, sino y también como estructura permanente preventiva capaz de intervenir para frenar todo cambio político sustancial. En los años 70, antes de la caída definitiva de la URSS, la OTAN conoce conflictos internos que llevan a la separación de Francia (sólo en asuntos militares) y, algún tiempo después, de Grecia, ante el desacuerdo con las directrices de la OTAN sobre el conflicto turco-griego de Chipre.

Después de la Segunda Guerra Mundial, tras los pactos que reparten el mundo entre las principales potencias en Yalta, Potsdam y Teherán, Estados Unidos actúa en todo momento como la gran potencia, que se acrecienta por su papel en las guerras de Corea y Vietnam…, como el de gendarme imperialista mundial. Esto le permitió años más tarde con la caída de la URSS y el bloque del Este, aparecer como la potencia imperialista triunfante contra el comunismo, reforzando su liderazgo mundial y asentando el papel de la OTAN sobre la supuesta seguridad europea.  

Por su contribución a la caída de la URSS, por sus propios intereses y por la vuelta al capitalismo allí donde había formas de producción social, los oligarcas de EEUU quedan insatisfechos del poco aprovechamiento realizado y acusan a los oligarcas rusos de ser continuadores del poderío militar y tecnológico de la URSS. Por ello lo señalan como una gran amenaza para la seguridad europea e internacional, tratando de apartarlos -con muy malas artes- del mercado internacional. Como conocimos en los Balcanes y en alguna otra ex república vinculada anteriormente al bloque del Este, la política de cerco a la actual Federación Rusa es uno de los movimientos claves de la OTAN. Y en ese nuevo movimiento figura también el objetivo de intervenir poniendo cerco al expansionismo de China, limitando sus grandes potencialidades económicas. 

Así la OTAN se ha convertido, de manera clara y contundente, en el brazo largo de la política y acción militar de los EEUU, contribuyendo de forma especial a la financiación de la Alianza y al negocio de la tecnología militar y venta de armas. Hoy maneja un inmenso poderío militar en todo el mundo al servicio de los planes de explotación y recolonización de recursos y pueblos, a través de la normalización de un intervencionismo permanente en asuntos internos de otros países. Y es ese liderazgo imperialista el que se encuentra en riesgo hoy en día debido a la competencia económica, monetaria y militar de otras grandes potencias.

El despliegue internacional de fuerzas militares de la OTAN se ha multiplicado en los últimos tiempos, del que participan animosamente los gobiernos españoles, sean del color político que sean, y lo airean como “contribución esencial al mantenimiento de la paz en el mundo”. Con intervenciones en Irak, en el mar Báltico, con grupos navales permanentes en el Mediterráneo, Mar Rojo y Mar del Norte; con presencia militar en Letonia y Eslovaquia, en el Océano Índico…

Los medios internacionales no dejan de señalar que el Estado Español es de los que menos contribuyen a los gastos de defensa, establecidos por la OTAN en el 2% del PIB. El gobierno español oculta la verdad en lo relativo a gastos militares, y cuando reconoce oficialmente gastar el 1,2% del PIB, en realidad está ya cerca del 4%; además de la sustancial ayuda militar acordada para Ucrania. 

El nuevo orden imperialista internacional que representa los EEUU y la OTAN está volcado en la guerra. Uno de los primeros acuerdos del 75 aniversario ha sido aprobar nuevas ayudas a la guerra de Ucrania de otros 40.000 millones de euros para este año. Pero lo que realmente preside la cumbre es el caos político internacional y su reflejo en la situación de las principales potencias.

La Unión Europea, en su “otanización” al servicio de la guerra, se esfuerza en imponer sus condiciones económicas y comerciales, en particular a los países del Este, en la forma de procesos de desmantelamiento económico y privatizaciones. Llaman “liberalización” económica a la más brutal destrucción de relaciones económicas y comerciales.

La cuestión de la explotación y la opresión está planteada con toda su crudeza en Europa del Este   a partir de la “otanización” de la UE; y con ello se agrava la cuestión de las fronteras y de la opresión nacional al calor de la guerra de Ucrania. La guerra actual traza nuevas fronteras contra los intereses de los trabajadores y los pueblos. Por eso las reivindicaciones democráticas y nacionales de los países en guerra juegan ya un papel muy importante en la lucha por una solución pacífica y democrática del conflicto armado, animado políticamente por los planes de destrucción y financiado por la OTAN.

La paz y la soberanía de los pueblos de Europa constituye el bloque de consignas fundamentales sobre las que se ordenan todas las demás demandas y aspiraciones, en oposición a los planes de destrucción económica y política de la Unión Europa y la OTAN.        

A cuatro meses de las elecciones presidenciales en los EEUU, altos cargos del partido Demócrata y del Estado cuestionan la candidatura de Biden, planteando con urgencia la necesidad de otro candidato demócrata que pueda dar la cara en las elecciones. Una parte sustancial de la clase dominante ha perdido la confianza en las capacidades mentales de su presidente, y esto se agrava con el empeño oficial en negarlo. En recientes declaraciones, Biden se veía obligado a ponerse él mismo en valor: “Soy el tipo que unió a la OTAN, el futuro. Nadie pensó que podía expandirlo. Soy el tipo que frenó a Putin. Nadie pensó que podría pasar. Soy el tipo que armó una iniciativa de alianza militar en el Pacifico Sur”. 

Todas las encuestas y opiniones de sectores influyentes coinciden en el pronóstico de que los demócratas perderán ante Trump, y con mayor facilidad si el candidato es Biden. Como ya se conoce, la Corte Suprema de los EEUU declaró al expresidente inmune a toda acción legal por cualquier delito llevado a cabo bajo el mandato de un acto oficial, decisión judicial que legitima los sucesos del asalto al Capitolio, y coloca en adelante la figura del presidente por encima de la ley. 

Los EEUU se preparan para una nueva etapa de guerra, de guerra contra los pueblos del mundo, y de guerra civil contra su propio pueblo, para lo que otorga a sus más altos magistrados todo el poder del que goza un dictador.

Espacioindependiente nº 608, jueves 11 de julio, 2024

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