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sábado, 28 de septiembre de 2024 00:40h.

Los mebrillos flotan, novela de Amando García Carrillo de Albornoz por Nicolás Guerra Aguiar

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Otros de Nicolás en La casa de mi tía

Los membrillos flotan, novela de Amando García Carrillo de Albornoz

 Nicolás Guerra Aguiar *

 

   Allá desde finales del siglo XX e iniciales años del XXI ya está conformado en Canarias un grupo heterogéneo de narradores (por obvias limitaciones -con mis disculpas- solo citaré a algunos grancanarios residentes y nacidos entre 1949 y 1970). Así, Luis León Barreto (1949), Emilio González Déniz (1951), Antolín Dávila Sánchez (1952), José Luis Correa Santana (1962), Francisco Quevedo García (1963), Jonathan Allen (1963), Alexis Ravelo Betancor (1970)… 

ALEXIS RAVELO
ALEXIS RAVELO

   Tal variada agrupación (no “generación”, según algunos de ellos) fue llamada “Novísima novela” a la manera, acaso, de Nueve novísimos, 1970, antología poética realizada por José María Castellet y en la cual no incluye a ningún poeta canario (Eugenio Padorno, por ejemplo, inexplicable ausencia. O explicable, vaya usted a saber). “Novísima novela” (“Generación 21” para Ánghel Morales) cuyo comienzo cronológico tal vez podríamos situarlo en 1981, cuando Luis León Barreto  obtiene el Premio Blasco Ibáñez (Ayuntamiento de Valencia) con Las espiritistas de Telde. (No obstante, cabe plantearse la adscripción de los tres primeros pues, por edad, quizás León Barreto esté más próximo a la “Narrativa de los 70” y González Déniz / Antolín Dávila a la “Generación del silencio”.) 

LUIS LEÓN BARRETO POR OSVALDO CIPRIANI
LUIS LEÓN BARRETO POR OSVALDO CIPRIANI

  ¿Qué criterio utilizo para tal agrupamiento? Pues, con flexibilidad, uno elemental y básico a la manera de la narrativa surgida en Canarias tras el Modernismo, siglo XX: el regionalismo con valor universal. Los autores arriba citados estiman su geografía física como válida para desarrollar en ella la trama novelesca. Es decir, los entornos por donde deambulan algunos personajes son conocidos por los lectores. Así (permítanme solo dos ejemplos), espacios de Las Palmas de GC sirven al profesor Correa Santana como marco para la acción o la descripción: el hotel Madrid o lugares noctambulizados de Vegueta a los que la gente acude para confraternizaciones de media noche o para tomar el cubatita del “cartadioro” (u dos, si fuera o fuese menester). Y Tafira, Teror, Arguineguín, las calles León y Castillo, Murga o la Plaza de la Feria corresponden a espacios físicos de Las Palmeras (profesor Quevedo García). 

JOSÉ LUIS CORREA
JOSÉ LUIS CORREA
UN CUBALIBRE O DOS, O LOS QUE HAYA MENESTER, EN EL BAR DEL HOTEL MADRID
UN CUBALIBRE O DOS, O LOS QUE HAYA MENESTER, EN EL BAR DEL HOTEL MADRID

   Además, algo muy importante: la correspondencia directa entre espacios novelescos y reales no se debe a un planteamiento insularista o localista. No es, pues, que los “nuevos” autores canarios (y aquí ya incluyo al también profesor García Carrillo a pesar de distanciamientos cronológicos con los anteriores) consideren la geografía de su tierra como la sublimación nacionalista o regionalista. No, de ninguna manera. El “isla-miento” unamuniano sería, en estos casos, contradictorio con la propia formación intelectual de todos. Y a estos los define, precisamente, la universalización, la visión más amplia y flexible. 

 Esa nueva generación es renovadora, capaz de decidir por sí misma sin acatamientos a usos o escuelas. Y estima que el espacio novelesco no ha de ser pura ficción (eso, erróneamente, se pensó del Macondo de García Márquez) o simple referencia (la Vetusta de La Regenta, por ejemplo). Para ellos la novelización de superficies reales no es un hecho accesorio: eleva a categoría de elemento literario calles, plazas, rincones y municipios con su nomenclatura real. 

 Y como no puedo extenderme en consideraciones teóricas desde el punto de vista técnico, sí dejo apuntado que, de entrada, permite una mayor conexión entre el lector y el hecho narrado. Y  si la estructura está bien cimentada (y lo está), puede echar a caminar al leyente acompañando a algún personaje. Esto, claro, tiene sus riesgos. Pero no es el momento de teorías literarias sino de comentarios en torno a una obra de 2005, Los membrillos flotan (Amando fue coleguilla en el instituto Pérez Galdós). 

MONTAÑA DE GALDAR
MONTAÑA DE GALDAR DESDE LAS CANTERAS

  Y aunque los profesores Correa y Quevedo nada tienen que ver en lo cronológico con Amando García, sí destaco elementos concomitantes de este último con los anteriores. Así, en su narración también los espacios físicos canarios son reconocibles por el respeto a sus topónimos. Y mientras dos personajes garcíacarrillistas pasean por la avenida de Las Canteras, uno de ellos “dirige inconsciente” la mirada a la costa. Pero solo alcanza a ver la Montaña de Gáldar mientras “la isla doblaba su vertiente [...]”. (El propio título de la novela responde a una costumbre insular, la de bañar aquella fruta en agua salada.) 

TAMADABA...
TAMADABA...

      La Aldea, Agaete, El Valle, Los Berrazales, Tamadaba... tampoco son simples nombres. Muy al contrario, constituyen espacios físicos absolutamente significativos dentro de la obra. Tienen una carga dramática que hace palpitar los corazones de quienes, ya desde el recuerdo o la evocación, narran –a tiempo pasado- hechos, acontecimientos, sentimientos y frustraciones de un personaje que marcó las vidas de gentes muy distintas pero a la vez muy cercanas a él. 

TRIANA, AÑOS 60 CON EL GUARDIA GREGORIO, LISTO PARA SILBAR
TRIANA, AÑOS 60 CON EL GUARDIA GREGORIO, LISTO PARA SILBAR

   Desde las primeras páginas aparece la calle Triana, sede comercial en la cual se inicia el mismo actor novelesco como dependiente quien, varios años después, controlará su emporio económico cuyas fronteras llegarán hasta el Sur, destructivo quehacer humano. Y también el barrio de San Juan (“Líneas de casas terreras [...]. En los años de lluvias intensas se convertían en avenidas que arrastraban las tierras y los cantos rodados junto con el detritus [...]”. O el barrio de San José, “Un platanar inmenso salpicado de casonas a modo de balsas fondeadas en un océano verde que se perdía en la costa […]”. 

PARQUE SANTA CATALINA 1940 raimondcanariascom
PARQUE SANTA CATALINA 1940 raimondcanariascom

 Y muy cerca del parque Santa Catalina hay también una pensión -años cuarenta- a la cual una familia llega procedente de la Península. En tal microcosmos (espejo de la miseria humana en sus vertientes físicas y psicológicas) hay una jaula con un pájaro canario, ilusión y claro elemento simbólico para uno de sus hijos (dejo apuntados simbología y contexto social). 

Captura de pantalla 2024-08-16 235348

 A lo largo de la novela retazos de frases se refieren a la manera de ser de los grancanarios, elemento definidor de un pueblo “incapaz de absorber tantas novedades a un tiempo y se hace el harakiri”. O ignorante de su propio entorno: “Ellos conocían tan solo Gran Canaria; en realidad, una porción de esta. El archipiélago se componía de siete islas, prácticamente desconocidas para los canarios”.  

 Y sus variantes dialectales: “Guagua, qué curiosa manera de llamar al autobús. Alguien intentó explicarle la procedencia del nombrecito”; “La voz del exterior se apagó tras un ‘Adiós, Mercedita’, tratando a la anciana como si fuera una niña pequeña, pensó nuestro hombre ignorante de las costumbres canarias”...

GUAGUAS
GUAGUAS Y EL GUAGUERO

  En definitiva: a pesar de la inflexibilidad de algunos presupuestos teóricos de la crítica literaria, la novela puede incluirse –sospecho- en la heterogénea agrupación narrativa canaria ya citada. Sin folclorismos, aspavientos o mezquindades, Amando García recrea una obra cuya cronología abarca desde 1942 hasta muchos años después. 

 Es decir, el autor puede haber creado ficción, fantasía, irrealidades. Pero sin la playa de Las Canteras, por ejemplo, ni tan siquiera el título hubiera tenido razón de ser. La obra se llama –y no es casualidad- Los membrillos flotan pues unos personajes, desde su infancia, pueden meterse en las aguas de cualquier playa canaria a tirar, remojar, morder los membrillos. Si esa característica no definiera una costumbre canaria, ni tan siquiera el pajarito de la pensión tendría razón de ser dentro de la estructura narrativa de Amando García Carrillo de Albornoz.

 

Playa de Las Canteras_ Las Palmas de Gran Canaria
LAS CANTERAS LOS MEMBRILLOS NO SE VEN PORQUE SON CHICOS, PERO ESTÁN AHÍ

 

* Gracias a NICOLÁS GUERRA AGUIAR
* Gracias a NICOLÁS GUERRA AGUIAR
AMANDO GARCÍA CARRILLO DE ALBORNOZ

Sinopsis:

Una familia de jornaleros andaluza se instala en Gran Canaria a finales de los años cuarenta del pasado siglo huyendo de la resaca de la guerra civil y la miseria. El anhelo que anima al protagonista, Luis El Sevillano, de encontrar en su incierto destino canario techo, comida y seguridad después de años de penuria y temor, se muda con el tiempo en hambre de fortuna, posición y poder en las sombras al amparo de una época ambigua y cambiante abonada a la especulación más feroz o a la arbitrariedad. Su camino se entrecruza con los avatares sociales del momento, de los que él es uno de sus mentores, en las décadas previas y posteriores a la muerte de Franco, donde su largo brazo diseña, sin mayores problemas de conciencia, sólo atento a razones de interés particular, parte del paisaje isleño actual que ha dejado como herencia.

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