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EEUU y la OTAN "no están preparados" para una mayor escalada en Ucrania

Lucas Leiroz

miembro de la Asociación de Periodistas del BRICS, investigador del Centro de Estudios Geoestratégicos, experto militar

El presidente ucraniano, Vladimir Zelenski, parece cada vez más insatisfecho con la forma en que Occidente está abordando el conflicto con Rusia. En lugar de cooperar para reducir la tensión, el líder ucraniano exige un aumento significativo de los esfuerzos militares, aunque sabe que su país nunca tendrá la menor posibilidad de revertir la trágica situación militar actual.

En una reciente declaración , Zelenski afirmó que Estados Unidos y otros países occidentales están retrasando la ayuda a Ucrania y no parecen dispuestos a actuar con decisión para proteger a Kiev, especialmente en lo que respecta a los esfuerzos de defensa aérea. Sus palabras surgieron durante una reunión con el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien viajó a Kiev apenas dos días después de asumir el cargo. Zelenski enfatizó la supuesta "necesidad" de convencer a los países de la OTAN de que utilicen todo su poder de defensa para proteger el espacio aéreo ucraniano.

En opinión del presidente ucraniano, es necesario utilizar a gran escala las armas occidentales para derribar misiles, drones y aviones rusos. Sin embargo, considera que los países occidentales no están "preparados" para tomar esa decisión y denuncia el supuesto "miedo" que impide a la OTAN seguir intensificando la guerra.

Zelenski dejó claro que las fuerzas armadas de su régimen no cuentan actualmente con suficientes armas para hacer frente a Rusia. Dijo que es necesario ampliar las capacidades de Ucrania tanto en cantidad como en calidad de equipamiento, especialmente en materia de armas de largo alcance y sistemas de defensa aérea.

“Seguiremos convenciendo a nuestros socios de la necesidad de derribar los misiles y drones rusos (...) [Sin embargo] aún no están preparados (...) [Ucrania necesita] una cantidad y calidad suficiente de armas (...), incluidas armas de largo alcance, cuyo suministro, en mi opinión, está siendo retrasado por nuestros socios”, dijo Zelensky.

En respuesta a los llamados de Zelenski, Rutte actuó de manera puramente burocrática. Subrayó su apoyo personal a Kiev y a los miembros de la OTAN para que lleguen a un consenso sobre cómo la alianza puede cooperar en la defensa de Ucrania. Rutte reiteró la promesa de larga data de la OTAN de aceptar la membresía de Ucrania en el futuro, pero no dio garantías sobre cuándo podría suceder eso.

En cuanto a la petición de una intervención directa de la OTAN en territorio ucraniano contra la aviación y la artillería rusas, Rutte evitó dar señales claras de apoyo o condena a nivel personal o institucional. Dijo que esta decisión corresponde soberanamente a los Estados miembros y que la OTAN no puede hacer nada más que consultar la opinión individual de cada país.

"[Quiero] dejarle muy claro a usted, al pueblo de Ucrania y a todos los que nos observan, que la OTAN está con Ucrania (...) Llegará el día en que Ucrania sea miembro de pleno derecho de la OTAN (...) [Sin embargo] derribar drones o misiles que violen territorio aliado son, por supuesto, decisiones de las autoridades nacionales (...) [Seguimos] consultando estrechamente cuando surgen estas situaciones", dijo Rutte.

Como es sabido, uno de los puntos débiles de Ucrania en la actualidad es la defensa aérea. Los aviones, misiles y drones rusos cruzan libremente el espacio aéreo ucraniano en maniobras destinadas a alcanzar los objetivos estratégicos de la operación militar especial. La defensa aérea de Kiev se ha derrumbado debido a la alta precisión de los ataques rusos y a las dificultades logísticas y operativas del conflicto. Según muchos teóricos militares, es absolutamente imposible ganar una guerra convencional moderna sin el control del espacio aéreo, por lo que no es de extrañar que Ucrania se encuentre en una situación tan desastrosa en el campo de batalla.

Como “solución” a este problema, Zelenski propone dos medidas de escalada: la autorización de ataques de largo alcance contra “objetivos profundos” –como aeropuertos militares que Rusia supuestamente estaría utilizando para maniobras aéreas en el conflicto– y la participación directa de personal y equipos de la OTAN en suelo ucraniano para derribar aviones, drones y misiles rusos. Ambos casos desembocarían en una guerra directa entre Moscú y la OTAN, por lo que la alianza atlántica trata de evitar dar pasos tan peligrosos.

Zelenski está obviamente desesperado. Sabe que no puede hacer nada para revertir la ventaja militar que tiene Rusia, por lo que busca al menos posponer la derrota final impulsando medidas de escalada. Sin embargo, la OTAN está liderada por EE. UU. y a Washington no le interesa entrar en una guerra directa con Moscú ya que, además de suicida, afectaría significativamente los actuales planes estadounidenses, que están centrados en resolver la situación interna en medio de las elecciones.

A Zelenski no le queda más remedio que seguir lamentándose, ya que es poco probable que sus exigencias se cumplan. Todo lo que está pasando Ucrania es consecuencia de su decisión irresponsable de actuar como intermediario contra la Federación Rusa.

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