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Que gobierne Salvador Illa en Cataluña, ¿no es una esperanza en positivo? - por Erasmo Quintana *

Por fin, lo de formar gobierno en Cataluña, que parece más bien el parto de los montes, ha tenido un final que se presume feliz. Este representante del Partido Socialista Catalán, en las últimas elecciones, alcanzó la mayoría minoritaria, por lo que se ha visto supeditado a buscar el apoyo de ERC, que al fin ha conseguido, por encima de contratiempos, como la llegada de Puigdemont en un vano intento de alterar la sesión de investidura, lo que podía convertir todo en una cierta incertidumbre. Después de un baño de masas entregadas, Puigdemont llegó al Arco de Triunfo barcelonés, y en aquel acto de JUNTS dio su arenga evidentemente nervioso, con la frase “A pesar de la represión, seguimos aquí”. Pergeñando su discurso consecuente con el hito de su presencia, después de casi siete años en el exilio, se despidió con la misma prisa que le acompañaba cuando subió al estrado.

La inesperada sorpresa que se originó en la jornada del regreso de Puigdemont, que nadie contaba con ella, es que finalizado su discurso y abandono del escenario, desapareció como por encanto, y todavía lo están buscando. ¿Huyó de nuevo a Bruselas? Por lo menos, él mismo ha dicho en X que ya está en Waterloo. Lo cierto es que el Supremo mantiene la orden de detención al prófugo, cosa que el concernido no tiene la más lejana intención de ser detenido e ir directamente a verse entre rejas. Lo que no se debe dudar es que ha contado con la colaboración, o de los Mossos d'Esquadra, o de algún que otro mando superior. Ante este impresentable esperpento, todo es posible.   

Este jueves, 8 del presente, Salvador Illa se convirtió en el 133 presidente de la ya larga historia del país catalán. En su discurso de investidura hizo hincapié que en su mandato habrá normalización plena de la política en Cataluña, además de organización de la convivencia entre todos los ciudadanos. Dijo no a la riqueza en pocas manos, y apuesta por el bienestar general con la evolución tecnológica. En la sesión de tarde su produjo la votación en un pleno con la asistencia de 134 diputados y hubo una ausencia, la del prófugo de nuevo, Carles Puigdemont. La votación quedó  68 Sí – 66 No y 1 ausente: Puigdemont.

En cuanto a nuestro país, decir que nada hay nuevo bajo el Sol. En un interesante ensayo, ese importante filósofo español, José Ortega y Gasset, que titula “España invertebrada”, cuenta con capítulos tan importantes como “Potencia de nacionalización”, “¿Por qué hay separatismo”, “Particularismo” y “El caso del grupo militar”. Por mi parte, reflexiono con mis amigos sobre el mismo problema, que me preocupa como al que más. Hasta la postrimería de la Casa de Austria, España era un conjunto de reinos, lo que ahora llamamos autonomías. Tampoco era un país unificado por leyes comunes, ni por supuesto una única administración, ni compartían organismos entre si. Cada uno de sus reinos tenía sus propias leyes, sus administraciones fiscales y sus propios organismos. Más bien era un país federal.

Dicha situación nacional no era del gusto de aquel gran valido, el conde-duque de Olivares, cosa que la hizo conocer a su rey Felipe IV. Puso todo su empeño en hacer desaparecer las singularidades de cada reino o señorío para que el Rey lo fuera de forma efectiva en España y no se contentara con serlo solo de Portugal, de Aragón, de Valencia o Conde de Bercelona, y por el contrario, reducir esos reinos al estilo y leyes de Castilla, unificándolo todo bajo un único reino: el suyo. De paso se crearía un Ejército nacional español compuesto por todos esos territorios, además de financiado por la totalidad, y colaborar en la guerra que involucrara por entero a la nación.

Llegado el momento de la muerte del rey Felipe IV, toda la línea sucesoria salvo el desdichado Carlos II, había fenecido. Éste, como se sabe, su cuerpo hecho una piltrafa, no dejó heredero, lo que motivó la aparición en España de la corona Borbón francesa (nos convertimos en una provincia  más del país galo). El Rey Sol le advirtió a su nieto Felipe V “Cuando estés sentado en el Trono de España, no olvides nunca que eres francés”. La venida de esta rama de la Casa de Borbón la libró de ser guillotinada y desaparecida en la Revolución Francesa. Lo que tenemos ahora no es nada nuevo, es un remedo de la historia de este país irredento.  

Si el PP estuviera gobernando, yo aseguro a mis amigos que no se ocuparía tanto de lo que pasa en un país como Venezuela. Por el contrario se les podía aconsejar que votaran a todo lo que propone este Gobierno en favor de los grandes menesterosos, y nunca en contra como son capaces de hacer continuamente en el Congreso. Los conservadores hacen honor a su gentilicio: que nada se mueva. Pero lo natural es que la Tierra tiene dos movimientos, de rotación y traslación y ese es el equilibrio. Después de este PP negarse al aumento de las pensiones y del salario mínimo interprofesional ¿cómo se atreven mirar a la cara de ese humilde ciudadano que se tropiezan por la calle? Y tanta matraca con lo que Sánchez le va dar a Cataluña, resulta que es lo mismo que ya se le dio al País Vasco y Navarra hace bastante tiempo. No se me extrañen mis amigos del alma cuando reparo en los mensajes ¡de igualdad! que lanzan de vez en cuando desde las derechas, como Ayuso del PP o VOX, o Milei, en Argentina, sin que se les caiga la cara de vergüenza. Ya lo decía Manuel del Palacio hace siglo y medio:                

                                      ¡Igualdad!, Oigo gritar

                                       al jorobado Torroba;

                                       ¿se quitará la joroba

                                       o nos querrá jorobar?

Erasmo Quintana