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jueves, 12 de septiembre de 2024 15:02h.

Sobreturismo: Barcelona provoca un replanteamiento global - por Bianca Carrera Espriu

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Federico Aguilera Klink y Chema Tante destacan este nuevo texto sobre un problema gravísimo, desde la exasperación que genera llevar décadas denunciando la temeridad criminal de quienes han gestionado y gestionan las empresas y los gobiernos en Canarias conduciendo a su población a una situación mucho más dramática que la que sufren en otros territorios continentales. Sin embargo, las protestas en los destinos europeos, de Barcelona a Venecia, sí están animando a sus respectivas autoridades a adoptar algunas medidas correctoras. Pocas, pero algunas. Por desgracia, en Canarias, estos cuestionamientos no inmutan ni a los gobiernos ni a quienes se enriquecen con un turismo mal enfocado, a costa del malestar de la mayoría de la gente, que ha conducido, sin remedio a la turismofobia

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Bianca Carrera Espriu

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BRAVE NEW EUROPA

Aunque se elogia el turismo de masas por sus beneficios económicos, tiene un coste para las comunidades locales, que se enfrentan a un aumento vertiginoso de los alquileres y a consecuencias sociales y ecológicas negativas. En Barcelona, ​​los residentes exigen un cambio fundamental. ¿Cómo podemos lograr un equilibrio entre los viajes democráticos y accesibles y la protección de los habitantes de la ciudad?

TURISMO
TURISMO

Cada día, más de 170 mil turistas visitan Barcelona para hacerse una foto junto a la gloriosa Sagrada Familia de Antoni Gaudí o disfrutar de un paseo por las populares Ramblas. La ciudad paradisíaca es uno de los destinos turísticos más populares del mundo, pero desde hace algunas semanas vive una escena poco convencional: los residentes llenan las calles para denunciar un modelo turístico que, según ellos, necesita limitaciones drásticas.

Según los organismos de control gubernamentales, solo en 2023 Barcelona recibió alrededor de 26 millones de turistas . Sin embargo, los movimientos sociales ofrecen una estimación mucho más alta: aproximadamente 31 millones de visitantes al año, lo que supone casi 20 veces el número de residentes permanentes de la ciudad (1,6 millones). La mayoría de estos viajeros no pasan más de dos noches en Barcelona, ​​como también ocurre en otras capitales turísticas europeas muy visitadas: un comunicado de prensa de Eurostat, la Oficina Europea de Estadística, revela que solo en el primer semestre de 2023 se registraron 1.190 millones de pernoctaciones .

Durante la última década, los habitantes de Barcelona han mostrado su descontento con la dirección que ha tomado la ciudad en materia de turismo a través de grafitis que rezan “turistas, volved a casa” y que cubren gran parte del paisaje urbano. Esta insatisfacción ha escalado hasta convertirse en protestas callejeras, manifestaciones que han llegado a los titulares de la prensa internacional y han suscitado debates sobre la sostenibilidad y la equidad del actual modelo turístico.

“Un factor crítico que ha desencadenado estas protestas son los efectos de la pandemia de la Covid, que aunque difíciles para muchos segmentos de la sociedad, han supuesto un alivio a la hora de recuperar espacios de la ciudad”, afirma Daniel Pardo Rivacoba, miembro del movimiento Barrios por el Decrecimiento Turístico, la plataforma que más ha denunciado el modelo turístico de masas de Barcelona y su gestión por parte de las administraciones públicas.

En declaraciones al Green European Journal, el organizador comunitario de 48 años dijo: “cuando el proceso de publicidad, que previamente se había llevado a cabo durante al menos 30 años en el caso de Barcelona, ​​​​se revive en menos de tres años y con un recuerdo muy reciente de cómo era vivir sin turismo, se vuelve muy rápido y violento para la gente”.

A mí todavía no me han echado, pero muchos de mis amigos sí han tenido que irse.

Los lugareños sienten la presión

Pardo Rivacoba es uno de los pocos vecinos que han conseguido seguir viviendo en el centro de Barcelona. Comparte su apartamento porque los precios de la vivienda en la zona han seguido aumentando desde que los hoteles y los Airbnbs se apoderaron de la mayor parte del barrio metropolitano para el mercado turístico.

“A mí todavía no me han echado, pero muchos de mis amigos han tenido que irse como consecuencia [del exceso de turismo]”, comenta con cierta amargura al Green European Journal.

Aunque Pardo Rivacoba sigue en el barrio pese a la presión, el turismo de masas hace que él y otros que quieren conservar sus antiguas zonas se enfrenten a pequeñas luchas constantes: “O te acostumbras a dormir con tapones en los oídos o acabas con problemas de salud mental”, denuncia, en alusión al incesante ruido nocturno. “Y en lo que se refiere al comercio local para los habitantes de la ciudad, quedan unos dos bares asequibles en la zona. El resto son para turistas”.

Esta indignación llevó a los Barrios por el Decrecimiento Turístico y a otros movimientos de base a salir a la calle el 6 de julio. En su manifiesto, estos movimientos exigían al gobierno de Barcelona, ​​entre otras cosas, limitar el número de terminales de cruceros en el puerto, prohibir la construcción de nuevas instalaciones de alojamiento turístico, acabar con los privilegios del sector sobre los derechos de agua y recuperar las infraestructuras comerciales y de ocio para los vecinos de la ciudad.

Estas demandas llevaron al alcalde de Barcelona, ​​Jaume Collboni, a anunciar un plan para cancelar todas las licencias de alquiler de corta estancia en 2028 para crear nuevas viviendas para los residentes, prohibir que los cruceros atraquen en el centro de la ciudad y aumentar los impuestos turísticos. Del mismo modo, el alcalde de Madrid también anunció que dejaría de conceder licencias turísticas hasta que se aprobara una nueva estrategia para 2025.

Para el movimiento Barrios por el Decrecimiento Turístico, estos anuncios no son más que meras palabras, similares a las promesas que llevan años escuchando sin ver cambios concretos. “Lo que los hace poco creíbles es que la gestión global de la ciudad sigue siendo absolutamente neoliberal y parecida a la del consejo de administración de una empresa privada”, argumenta Pardo Rivacoba mientras reitera la solución que su movimiento defiende con fiereza: el decrecimiento.

©Bianca Carrera Espriu

Un modelo de decrecimiento turístico inclusivo

“Lo que piden estos movimientos son medidas consensuadas y planificadas que aborden cómo queremos vivir y coexistir para seguir subsistiendo en un planeta finito”, afirma Asunción Blanco-Romero, profesora de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona.

ASUNCIÓN BLANCO-ROMERO
ASUNCIÓN BLANCO-ROMERO

En un documento conjunto titulado Turismo y Decrecimiento, Blanco-Romero postula que dichas medidas pasan por una regulación pública “para que exista un modelo turístico adecuado a cada una de las zonas donde se plantee desarrollar esta actividad económica” y asegurar que su intención sea “mejorar la vida de la población”.

La necesidad de un cambio es ahora más urgente que nunca: según un informe de 2023 , la industria de los viajes y el turismo representa alrededor del 8,1 por ciento de las emisiones globales de CO2. Además, en 2022, la Asociación Alemana de Hoteles y Restaurantes dijo a DW que se produjeron entre 17 y 50 kilogramos de CO2 por noche de estancia, y que el consumo de agua por persona en hoteles de cinco estrellas podría ascender a la asombrosa cifra de 522 litros al día. En Barcelona, ​​las autoridades declararon el estado de emergencia por sequía el pasado mes de febrero, imponiendo restricciones de agua que la sociedad civil exige que también se apliquen al sector turístico.

En Italia, Venecia lleva años siendo alertada del impacto negativo del turismo en la ciudad, sobre todo por los daños que provocan en la laguna los grandes barcos y petroleros que entran cada día por el canal de Malamocco. Asimismo, la UNESCO advirtió a Dubrovnik, en Croacia, de que su condición de Patrimonio Mundial estaba en peligro debido al elevado número de visitantes que recibe la pequeña ciudad: alrededor de 1,5 millones al año para una población de unos 41.000 habitantes.

Dejando de lado los riesgos ambientales, el turismo de masas también ha convertido a ciudades como Ámsterdam en casas de fiesta abiertas, lo que llevó al gobierno local a ser uno de los primeros en anunciar su voluntad de implementar un límite al número de turistas que visitan la ciudad, limitándolo a 20 millones al año .

“La forma en que se define y promueve el turismo de calidad está reduciendo significativamente las cifras de turismo y tratando de que los turistas paguen más”, dice Robert Fletcher, profesor del grupo de Sociología del Desarrollo y el Cambio de la Universidad de Wageningen. “Tendrá que haber algún tipo de intervención gubernamental mucho más fuerte para tratar de limitar los precios y asignar quiénes pueden viajar realmente”, dice al Green European Journal. “Si se deja la situación en manos del libre mercado, que es lo que está sucediendo ahora, los viajes se convierten en algo para las élites”.

ROBERT FLETCHER
ROBERT FLETCHER

El profesor Fletcher, que ha investigado el decrecimiento del turismo en los Países Bajos, España y otras zonas, sugiere algunas medidas no elitistas, como el establecimiento de topes de precios, la asignación de asientos en aviones y trenes en función de los niveles de ingresos o la prohibición de formas de transporte de élite como los jets privados y los yates. Ampliar las redes ferroviarias y hacer más accesibles los billetes de tren también hará que las medidas orientadas a la sostenibilidad, como la prohibición de los vuelos cortos baratos, sean más inclusivas: en España, el gobierno ha estado ofreciendo descuentos de hasta el 90% en los autobuses y trenes que operan a nivel nacional para promover el turismo local sostenible.

“La dificultad intrínseca de emprender un proceso de decrecimiento en un marco capitalista es asegurarse de que ese decrecimiento no sea clasista”, afirma Pardo Rivacoba desde Barcelona, ​​el lugar donde recientemente algunos vecinos dispararon pistolas de agua a los turistas. Los vídeos de estos incidentes fueron malinterpretados como un gesto de enfado contra individuos de clase media que deciden irse de vacaciones a la ciudad española. Sin embargo, como dice Pardo Rivacoba, los vecinos quieren “hacer frente a los responsables de la situación actual, que no son los turistas, sino los que se enriquecen a costa de los turistas”.

* Gracias a Bianca Carrera Espriu, GREEN EUROPEAN JOURNAL y BRAVE NEW EUROPA y a la colaboración de Federico Aguilera Klink

BIANCA CARRERA ESPRIU
BIANCA CARRERA ESPRIU

https://www.greeneuropeanjournal.eu/overtourism-barcelona-sparks-global-rethinking/

https://braveneweurope.com/bianca-carrera-espriu-overtourism-barcelona-sparks-global-rethinking

GREEN EUROPEAN JOURNAL En La casa de mi tía con licencia CREATIVE COMMONS
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