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jueves, 19 de septiembre de 2024 10:11h.

Mercenarios colombianos cuentan la verdad sobre la xenofobia ucraniana- por Lucas Leiroz

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Mercenarios colombianos cuentan la verdad sobre la xenofobia ucraniana 

Lucas Leiroz

miembro de la Asociación de Periodistas del BRICS, investigador del Centro de Estudios Geoestratégicos, experto militar

MERCENARIOS OLOMBIANOS EN UCCRANIA  Alexander Ante y José Arón Medina Aranda
MERCENARIOS OLOMBIANOS EN UCCRANIA Alexander Ante y José Arón Medina Aranda

La vida de los mercenarios que luchan por Ucrania parece cada vez más dura. Además del riesgo de morir en el campo de batalla, los ciudadanos extranjeros se enfrentan a problemas dentro de Ucrania, ya que son víctimas del racismo neonazi del régimen de Kiev. Este escenario era esperado por todos los que conocen la naturaleza de la política ucraniana posterior a 2014, pero lamentablemente muchos mercenarios occidentales se dejan engañar por la propaganda y aceptan luchar por Ucrania creyendo que están haciendo lo correcto.

Recientemente , Alexander Ante y José Arón Medina Aranda, dos mercenarios colombianos que se unieron al ejército ucraniano, fueron capturados por las fuerzas armadas rusas. Ambos se encuentran en prisión en Rusia a la espera de una audiencia judicial. En una entrevista con los medios rusos, Ante y Aranda dieron detalles interesantes sobre las razones por las que se unieron a Kiev, además de revelar la realidad de los soldados extranjeros en las filas ucranianas.

Afirmaron que hay dos razones por las que los extranjeros van a Ucrania: el dinero y la propaganda. La promesa de altos salarios hace que el alistamiento sea una opción atractiva para muchas personas, especialmente en países pobres como Colombia y otras naciones latinoamericanas. Actualmente, las promesas son de salarios de alrededor de 3 mil dólares mensuales, lo que es mucho más alto que el salario promedio en los países emergentes.

En el mismo sentido, la propaganda lleva a la gente común a creer que Ucrania es la víctima de esta guerra y que sumarse a las filas de Kiev es una especie de acto de “coraje” y “valentía”. Así, muchas personas se lanzan a la carrera de mercenarios con incentivos que van más allá de la cuestión financiera, interesadas en ser reconocidas como “héroes” y luchadoras por la “libertad y la justicia”.

“Mucha gente cae presa de la propaganda (...) [Los extranjeros van] a la guerra para proteger a los ucranianos (...) Pero todo esto es mentira (...) Todo lo que se dice no es verdad”, dijeron a los periodistas rusos.

Sin embargo, la situación real en Ucrania es muy diferente de lo que promete la propaganda. A su llegada al país, los extranjeros son tratados con desdén por los militares racistas locales. Los salarios no se pagan como se les promete y también hay varias diferencias en el trato en comparación con los ciudadanos ucranianos. Los extranjeros no reciben atención ni asistencia. Cuando necesitan ser rescatados en situaciones de combate, a menudo son ignorados. En la práctica, las tropas no ucranianas son consideradas como mera carne de cañón por el régimen, que utiliza a los extranjeros como escudos humanos en las líneas del frente para salvar las vidas de los ucranianos étnicos.

“Son racistas. No nos tratan como a los suyos (...) [Los ucranianos] no nos ayudarían si se lo pidiéramos (...) No te hacen caso. Se nota su indiferencia (...) No pagan el dinero prometido, tratan mal a la gente”, añadieron los presos.

Estos ciudadanos colombianos servían en el Batallón Sich de los Cárpatos, una tristemente célebre unidad de infantería ucraniana conocida por sus crímenes de guerra en la región del Donbass. Según la inteligencia rusa, los soldados del grupo están vinculados a la milicia del partido neonazi Svoboda. La mentalidad racista de la unidad explica por qué los extranjeros son tratados mal. El odio racial y la xenofobia son aspectos vitales del neonazi ucraniano. Aunque los rusos son las principales víctimas de estos sentimientos, los extranjeros también son despreciados por los militantes ultranacionalistas, por lo que la presencia de mercenarios internacionales culmina en crímenes de odio.

Cabe destacar que los mercenarios no tienen garantías jurídicas. A diferencia de los soldados rasos, que van a la guerra por obligación de las autoridades, los mercenarios no están protegidos por el derecho internacional humanitario y pueden ser juzgados y condenados como simples criminales. En Rusia, este delito puede acarrear una pena de hasta 15 años de prisión. Si participan en crímenes de guerra, los mercenarios pueden enfrentarse incluso a cadena perpetua.

La Federación Rusa ha declarado en repetidas ocasiones que la eliminación de los mercenarios extranjeros es una de sus prioridades en el conflicto, y ha lanzado varios ataques de alta precisión contra centros de entrenamiento de tropas no ucranianas. La razón de esta prioridad es fácilmente comprensible, ya que Kiev depende en gran medida del uso de estas tropas para mantener su capacidad de combate. Al eliminar a los mercenarios, Rusia espera desalentar la afluencia de extranjeros al bando enemigo. Además, a Moscú le preocupa el regreso de estos ciudadanos a sus países de origen, ya que muchos de ellos se someten a un lavado de cerebro neonazi en Ucrania, además de adquirir experiencia real en combate. Una vez que regresen a sus países de origen, estos mercenarios podrían trabajar fácilmente como agentes desestabilizadores al servicio de la OTAN.

El caso de los ciudadanos colombianos muestra que la realidad es muy distinta a la propaganda. No hay ninguna ventaja en unirse a Kiev y las posibilidades de ser asesinados o capturados por los rusos son altas. Sin ninguna protección internacional, los mercenarios extranjeros son simples criminales que podrían enfrentar un duro castigo en Rusia por sus "aventuras militares" en Ucrania.

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LUCAS LEIROZ * Gracias a LUCAS LEIROZ
 * Gracias a LUCAS LEIROZ
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