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miércoles, 18 de septiembre de 2024 09:51h.

La independencia y la soberanía - por Isidro Santana León

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La independencia y la soberanía 

Isidro Santana León

 

Los dos conceptos o estatus no son uniformes. En la mayoría de los casos están disociados por los intereses de las potencias coloniales: la independencia no siempre implica tener soberanía. Por cuestiones geopolíticas, estratégicas o coyunturales, las naciones o estados han adquirido la independencia política (han sido reconocidos en el marco internacional) pero, en lo sustancial, no dirigen sus destinos sino que son las antiguas metrópolis las que siguen gobernando o haciendo injerencia y rapiña sobre estos países y sus recursos a quienes se le ha reconocido su independencia política pero cuando quieren son usados en conflictos con otros países que nunca les fueron hostiles.

Los Estados que han alcanzado la independencia no han logrado nacionalizar sus recursos y bienes y, por ende, es la nacionalización lo que conlleva la verdadera soberanía.

En el carro de las independencias de los países americanos, fueron las burguesías criollas las que se ponen al servicio de las potencias, pasando de un colonialismo directo al neocolonialismo sutil, donde los pueblos de las naciones independizadas no dirigen ni son actores de sus destinos, aunque independientes se les reconozca en el papel.

Por más que tengan un asiento en las Naciones Unidas -esta organización internacional que se fundó tras la Segunda Guerra Mundial para velar por la soberanía y el derecho de los pueblos está comprada y dirigida por las potencias coloniales-, pues no es la voz de los pueblos la que dirige sus designios, sino que sus gobiernos actúan bajo coerción y amenaza de las antiguas y sempiternas metrópolis.

En el caso de las independencias de los países africanos el asunto es aún más sangrante, en cuanto que sus recursos continúan siendo saqueados con descaro por sus antiguas metrópolis, los pueblos subyugados en la miseria y el pauperismo, más, si algún país quiere alcanzar su soberanía y nacionalizar sus recursos, las potencias coloniales le dan golpes blandos o revoluciones de colores para tener siempre a sus títeres colaborando en el saqueo de sus recursos. Caso referencial fue el golpe a Libia por querer contribuir o impulsar un proyecto nacionalizador en beneficio de los países del Norte de África y de la zona del Sahel desligándose del imperialismo. No obstante, los rapiñadores europeos y anglosajones no lo han permitido porque su desarrollo ha dependido siempre del saqueo constante a los países que le llaman del Tercer Mundo.

LIBIA GADAFI

La vieja Europa no se ha desarrollado per se -no tiene materias primas- sino que a base de oprimir a los pueblos africanos, robarle sus recursos, meterlos en guerras fratricidas o directamente aniquilarlos de forma cruenta con su superioridad bélica y beligerancia, han logrado esa política extractiva para convertirse en potencias.

Todo este neocolonialismo lo hacen en nombre de la democracia: de una democracia que no existe ni en los pueblos de las potencias imperialistas.

Una argucia expandida por su aparato de propaganda - a la que a su vez pertenecen a las grandes corporaciones, unas cuantas familias millonarias que intentan controlar y adjudicarse el globo, dirigen el mundo en la sombra- con la que quieren hacer ver que el colonialismo es civilizado y el resto de los pueblos animales a los que hay que domesticar y civilizar por su bien aniquilando sus culturas.

El intento de homogeneización del mundo por parte de las potencias imperialistas, va encaminada a que los pueblos pierdan sus identidades y arraigo, esto es, y así queden supeditados a un dictado globalista para meterlos en el redil: táctica estructural del neoliberalismo para así continuar sometiendo a los pueblos, rapiñar sus recursos y perpetuar su abusadora supremacía que son los intereses de esas grandes corporaciones que sufragan y dirigen las políticas de los gobiernos que los pueblos elijen en las metrópolis.

La llamada democracia es un fraude, en cuanto los pueblos sólo eligen a los oficinistas que estarán al servicio del sistema depredador, pues sólo participan en el sufragio pero no son actores de sus destinos sino contempladores en las políticas y leyes que se les impone.

Es una indecencia y un procedimiento que contradice los derechos humanos, estampado en la Carta de las Naciones Unidas, cuando las potencias arrebatan la soberanía de los pueblos en nombre de la globalidad, les despojan de sus bienes, les meten en conflictos infundidos que no existían, creando así la destrucción de su estabilidad para impedir su desarrollo, caldo de cultivo propiciado para el saqueo y la desintegración de sus sociedades y culturas. Es tan mayúscula la hipocresía de estos civilizadores belicistas, que una vez creada la muerte, destrucción y confusión en lo pueblos coloniales, después blindan sus fronteras para que la humanidad que huye de la catástrofe no pase a su mundo de confort esgrimiendo que los invaden. ¿Quiénes han invadido a quién?

Últimamente han puesto el foco racista en el éxodo africano y otros que buscan refugio huyendo del hambre y la guerra, mientras se asila a comunidades reaccionarias y fascistas -claramente implicadas en golpes de Estado, robo y criminalidad- porque son avanzadilla que les interesa a las potencias globalistas para también confundir y desestabilizar -diluir- a los pueblos en las metrópolis, que caigan en la confusión, sigan su discurso facilón, aunque peligroso para sus vidas y sus “derechos”, todo premeditado para la aniquilación crítica de la consciencia”.

Jocosas son las prácticas y escoramiento del Tribunal Penal de La Haya, que bajo dictado del imperialismo imputa como criminales de guerra a quienes estorban a sus ilegales intereses, pero no se atreve con verdaderos criminales de guerra como el genocida carnicero Netanyahu, el Nazi y dictador Zelensky, así como otros precedentes vergonzosos que contradicen el propio reglamento de este Tribunal.

La ultraderecha, tanto como los zorros socialdemócratas, han puesto el foco en el racismo contra los migrantes y refugiados negros que llegan de nuestro continente natural a Canarias. Estos seres humanos que huyen de las calamidades son hacinados en Canarias en condiciones infrahumanas, arguyendo que son la invasión, cuando el destino de estos pobres es alcanzar sus antiguas metrópolis en Europa: las potencias que les ha llevado a esta situación. Sin embargo, se hacen leyes para su deportación -parece una maldición tener la piel de color negro-, a la vez que hay una invasión axiomática con todas las comunidades que llegan a Canarias en forma de turismo y al poco los regularizan, pero, claro está, les sirve a los partidos del sistema como voto cautivo para mantenerse en el poder.

El pueblo canario y su cultura se extingue por mor de estas políticas invasivas y neocoloniales. Fiestas, fútbol, carreras de coches..., es el sucedáneo cultural en que lo integran para así extinguir su identidad propia por ser ésta el arma más defensiva y opuesta a cualquier invasión. Ya no vemos un atisbo de resistencia en la defensa de nuestra integridad como pueblo y todo se ha llevado al belingo más nesciente e ignorantador, mientras sufrimos una segregación racial evidente.

A los políticos esbirros y chupópteros canarios les queda un recurso para la honestidad, que es decirle al pueblo canario la verdad: “pueblo canario, nosotros no somos elegidos por ustedes para defender sus intereses sino los de aquellos que nos gobiernan como son las grandes corporaciones. Nunca vamos a poder cumplir con sus derechos porque somos una casta que llegamos a la actividad política para enriquecernos al amparo de los grupos de presión. Sabemos que nuestra cultura e identidad se diluyen, pero no podemos hacer nada porque no es nuestro cometido llegar al poder para dignificar la vida de ustedes. Nosotros somos unos mandados y nuestro cometido es hacer carreteras y más obras para para seguir invadiendo el territorio, destrozar nuestro medio y que ustedes vivan de mendicantes con subvenciones que salen de lo que se saquea en nuestra tierra; es por eso que no nos permiten el desarrollo y bienestar para los naturales de Canarias. Sabemos que les mentimos y manipulamos, pero es lo que nos dictan nuestros amos y no el voto de ustedes. Como comprenderán, en una colonia no se puede hacer otra cosa por nuestra parte y esperamos que nos comprendan y perdonen la abyecta traición.

Al menos una declaración así les dignificaría. Hacer esta confesión les llevaría al cielo de Pluto, donde se sienten muy bien aunque al pueblo les joda o se hunda. Pienso que no les reprocharan nada porque la alienación y la castración mental ha llegado a tal grado de impudicia que igual hasta les aplaude por sus fechorías mientras les sigan entregando al hedonismo, la farándula y la inoculación maquinada.

 

ISIDRO SANTANA LEÓN * Gracias a ISIDRO SANTANA LEÓN
 * Gracias a ISIDRO SANTANA LEÓN

 

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