Unidad de acción en la lucha de masas - por Arturo Borges Álamo / Miguel Medina Fernández-Aceytuno
Unidad de acción en la lucha de masas
Arturo Borges Álamo / Miguel Medina Fernández-Aceytuno
HOJAS DE DEBATE
El texto del Manifiesto de la Confluencia Comunista es un documento en desarrollo, sujeto a las diferentes aportaciones que pudieran enriquecerlo en fechas próximas y lo conviertan en un punto de referencia para la actuación de la militancia comunista, hoy muy dispersa en diferentes organizaciones políticas y, sobre todo, en un número muy alto de comunistas sin partido.
Se ha dado a conocer el llamado Manifiesto de la Confluencia Comunista (verlo en anexo al pie) suscrito por un grupo de militantes comunistas a título individual en el que plantean como objetivo prioritario el de dar unos primeros pasos en la construcción de la unidad y organización de los comunistas en el Estado español, sobre la base de la unidad de acción en la lucha de masas, es decir, desde abajo y hacia arriba, y no tanto mediante acuerdos cupulares entre las diferentes organizaciones comunistas existentes, lamentablemente minoritarias y de escasa influencia social en la actualidad, circunstancias sobre las cuales debemos reflexionar con urgencia.
La realidad es que todas las alternativas que se han organizado y ejecutado en las últimas décadas para derrotar en términos políticos y orgánicos al oportunismo y en lograr una unificación de la militancia comunista bajo una única estructura disciplinaria en base a los principios del marxismo-leninismo, incluidas desde luego aquellas en las que hemos participado los autores de este texto, no lograron resultados positivos. Es evidente, por tanto, la necesidad de realizar un análisis riguroso sobre estos antecedentes y hacerlo, además, teniendo en cuenta la sociedad actual y no la que teníamos 50 años atrás. Durante todos estos años los “valores” del neoliberalismo han penetrado con fuerza en la clase obrera y en las capas populares con la consecuencia de un gravísimo daño a una cultura que entonces se articulaba en base a la solidaridad, la conciencia de clase, el internacionalismo, el trabajo colectivo y organizado, el sindicalismo de clase y el estudio. Las transformaciones han sido tan importantes que hoy el fascismo puede tomar el poder mediante una alternativa electoral sin necesidad de recurrir a la violencia extrema de un golpe de estado.
Pero, sobre todo, porque la realidad en nuestro país viene marcada por el dato de que el mayor número de militantes comunistas no se encuentra adscrito a ninguna de las organizaciones comunistas existentes. Hoy en día podemos decir sin temor a equivocarnos que el “partido comunista” de España más importante y con el mayor número de miembros, es precisamente el “partido” de los comunistas independientes, cuya mayoría en su día militaron en el PCE y que hartos de una dirección oportunista lo abandonaron, sin adscribirse más tarde a ninguna otra organización comunista.
Este planteamiento -unidad de acción en la lucha de masas- es la aportación mas interesante de este Manifiesto de la Confluencia Comunista. Una invitación abierta a toda la militancia comunista, se encuentre o no afiliada en alguna organización comunista, para trabajar bajo el principio de la unidad de acción en el campo amplísimo de la lucha de masas, en defensa de los intereses de la mayoría social. El encuentro entre camaradas en esta lucha diaria, tanto en la calle como en las organizaciones sindicales, sociales, políticas y en las instituciones, sobre todo si es de forma presencial, constituyen un factor que facilita el camino de la deseada unidad y organización de los comunistas en el marco de una misma y única estructura política. Además, este trabajo común contribuye a combatir el sectarismo, una de las lacras que obstaculizan el noble objetivo apuntado.
En realidad, solo resulta posible crear y construir una única organización comunista cuando la actividad de los comunistas se conduce desde el respeto y la aplicación de la unidad de acción en la lucha de masas. Es esta crucial batalla de la militancia comunista la que forjará, sin duda, las bases de su futura y deseable unidad orgánica y política y mejorará la correlación de fuerzas en el seno de la lucha de clases, colocando a la clase obrera y a otras capas populares en mejores posiciones políticas y organizativas frente a la élite dominante en esos objetivos irrenunciables por la recuperación de nuestra soberanía política, económica y social, la lucha por paz en el mundo, la mejora de la condiciones de vida y trabajo de la mayoría social, la restauración de la República y el socialismo.
El Manifiesto se detiene en caracterizar el capitalismo actual y hace constar que «el inexorable aumento de la composición orgánica del capital provoca la caída tendencial de la tasa de ganancia que, en la actual cuarta revolución industrial, va dando lugar a una crisis crónica cada vez más profunda, multifactorial y multidimensional y, por tanto, cada vez también más difícilmente reversible… En su fase última de desarrollo imperialista, el capitalismo senil y agónico, cada día más parasitario y en descomposición, tiende a que la concentración y la centralización del capital se conviertan en un ejercicio crecientemente violento de su dictadura de clase.» El capitalismo apela como siempre hizo a la guerra imperialista. Impedirla es tarea preferente en la lucha de masas.
Sin más salida que la violencia generalizada para sostener una dominación global que solo puede mantenerse con las armas, añade el Manifiesto, «su declive económico, geoestratégico e ideológico le sitúa en la vía unidireccional de la guerra global. Cuando la arquitectura financiera que sostiene la falsedad de su economía agota aceleradamente su recorrido, no tiene más alternativa que la imposición universal de la barbarie.» El genocidio del pueblo palestino, la guerra que desata contra la Federación de Rusia y el golpe de estado que promueve en la hermana República Bolivariana de Venezuela, son algunas muestras de la naturaleza criminal y belicista del imperialismo, secundado, entre otros, por numerosos gobiernos dóciles de Europa.
La lucha antiimperialista, continúa el Manifiesto, «exige un programa concreto de intervención orientado hacia la articulación de un Frente Mundial Antiimperialista en el que la búsqueda activa de la Paz, fundamentada en el derecho a la autodeterminación de los Pueblos y el respeto a su soberanía, deben estar determinados necesariamente por la exigencia de derrotar al Imperialismo.» Al mismo tiempo, debemos contribuir en el decisivo combate por la recuperación de nuestra soberanía y en apoyar la construcción de un mundo multipolar que finiquite la actual hegemonía mundial del imperialismo norteamericano y al dólar como moneda dominante que haga posible la ineficacia de las crueles sanciones económicas que las élites imperialistas imponen a los países y pueblos que se rebelan en defensa de su dignidad nacional y por el respeto a su soberanía.
El documento hace un llamado a la necesidad de la formación y el estudio del marxismo‑leninismo como la teoría del socialismo, «un cuerpo de conocimiento en constante desarrollo, capaz de interpretar la realidad en su totalidad material para transformarla.» Y, finalmente, declara que el «único sujeto político posible de la Revolución Socialista es el pueblo organizado, encabezado por aquellos sectores de la clase trabajadora que han adquirido una conciencia social avanzada y pueden, por tanto, ponerse a la vanguardia política del movimiento de sus luchas.»
El texto del Manifiesto es un documento en desarrollo, sujeto a las diferentes aportaciones que pudieran enriquecerlo en fechas próximas y lo conviertan en un punto de referencia para la actuación de la militancia comunista, hoy muy dispersa en diferentes organizaciones políticas y, sobre todo, en un número muy alto de comunistas sin partido.
En este sentido sería útil que su contenido aclare, por ejemplo, con mejor redacción, el párrafo en el que se hace referencia a «la línea pactista, institucionalista y pacifista hegemónica que nos tiene esterilizados» mediante un texto alternativo que podría ser del siguiente tenor: «Sin recuperar los principios fundacionales, sin depurar la ideología burguesa que impregna su accionar teórico-práctico, sin desprendernos de una línea que coloca a la clase trabajadora y a las capas populares a remolque de la burguesía que nos tiene esterilizados, caminamos hacia su inevitable descalabro.» Otros aspectos secundarios deben ser mejorados en su redacción y, sobre todo, el Manifiesto debería plantear cómo podemos unirnos en la lucha de masas los militantes organizados con la militancia sin partido y de qué forma debemos dirigirnos a la mayoría social para estimular su participación y su protagonismo en los procesos de transformación social que necesitamos poner en marcha.
En todo caso, esta propuesta de unificación de la militancia comunista no es la primera que se plantea desde que la dirección mayoritaria del PCE abandonó, hace décadas, el marxismo-leninismo. Ojalá esta última propuesta llegue a buen puerto.
* Gracias a Arturo Borges Álamo / Miguel Medina Fernández-Aceytuno y HOJAS DE DEBATE
Anexo:
Manifiesto de la Confluencia Comunista
Como militantes comunistas, tenemos la responsabilidad de responder, desde nuestras actuales capacidades, a las exigencias de la lucha de clases aquí y ahora. Por ello, quienes suscribimos este documento abrimos un espacio de organización, diálogo e intervención para avanzar en una articulación política superior que mejore las posiciones de la clase trabajadora en este momento concreto de la lucha por su emancipación de la dictadura del capital y de la asalarización forzosa y cada día más degradada.
Tras más de un año de trabajo e iniciativas compartidos, la constatación práctica de la solidez de nuestras bases políticas y teóricas y, a la vez, la confianza mutua en el proyecto colectivo que venimos construyendo nos anima a avanzar en nuestra articulación y acordamos constituirnos como CONFLUENCIA COMUNISTA.
Esta, que es una decisión que se corresponde mejor al objetivo que perseguimos (la unidad de acción de la militancia comunista), es la expresión práctica de una decisión estratégica acorde al momento crucial para el desarrollo de la lucha de clases en el que estamos inmersos. Es un salto cualitativo en el compromiso compartido por diferentes militantes comunistas de avanzar en la conformación de una clara referencia para el avance de la unidad de acción. Un espacio de trabajo y debate de ideas entre comunistas revolucionarios, destinado a quebrar las permanentes y diversas dinámicas liquidacionistas que, tanto en lo teórico como en lo político y organizativo, afectan desde hace décadas al movimiento comunista. Un proyecto donde lo novedoso no es solo que los acuerdos políticos sean la base de una unidad de acción dirigida a ejercer una creciente capacidad de intervención y dirección política de masas, sino que sitúa como referencia inequívoca que todo proceso encaminado hacia la unidad comunista tiene como último valedor al Pueblo Trabajador. Sin él, no hay proceso de unidad que pueda triunfar y, para ello, es imprescindible trasladar nuestros acuerdos a lo concreto, a la lucha política contra el capitalismo en nuestro entorno más cercano y acumular fuerzas en favor del Socialismo.
La CONFLUENCIA COMUNISTA se construye desde el más riguroso respeto a la soberanía e independencia de cada proyecto en su específico ámbito nacional de intervención. La aplicación de este principio es la mejor garantía para gestionar situaciones complejas que siempre se presentan en la lucha de clases y que nos sitúan ante la responsabilidad de dotarnos de un método que ayude a su resolución, avanzando siempre en el sentido de la unidad y la articulación de las capacidades diversas.
Partiendo, por tanto, del respeto a la soberanía de cada una de las estructuras sobre las que se conforme la CONFLUENCIA COMUNISTA, sobre la base de las diversas formaciones sociales concretas que componen el Reino de España, es decir, el Estado imperialista español, nuestra iniciativa, que es a la vez plural, diversa y unitaria, sitúa un precedente diferente en la forma de entender las relaciones entre comunistas.
La unidad de acción, fundamentada en los acuerdos políticos que concretan nuestra voluntad de confluir e intervenir de una forma decisiva en el desarrollo de la lucha de
clases, es la razón que determina nuestra existencia y la base del progresivo avance de la referencia comunista que estamos construyendo.
Una nueva forma de entender las relaciones entre comunistas de diferentes formaciones sociales, que sitúa un antes y un después en la comprensión de la totalidad de los elementos que determinan la complejidad del marco de la lucha de clases en cada una de nuestras naciones y pueblos, en el contexto del Estado español como superestructura imperialista de opresión de pueblos y naciones que el capitalismo español ha construido como instrumento de su dictadura de clase y de sus violencias. Un aprendizaje que nace de la relación dialéctica entre las necesidades de la práctica política y las enseñanzas que brinda la independencia de clase y la teoría del socialismo y comunismo científico: el marxismo-leninismo.
NUESTROS ACUERDOS POLÍTICOS
LA AUTODETERMINACIÓN ES EL DERECHO A LA INDEPENDENCIA
La defensa del derecho a la libre autodeterminación -en el sentido leninista de derecho a elegir la independencia- del conjunto de naciones y pueblos que en la actualidad conforman el Estado español, más allá de una cuestión de principios para cualquier comunista, se constituye en una exigencia sine qua non para superar la realidad de opresión nacional impuesta por la Constitución burguesa, monárquica y españolista del 78, que fue diseñada por la oligarquía franquista, en connivencia con los centros de poder del Imperialismo. La diversidad de proyectos históricos que legítimamente defiende cada militante que suscribe este «Manifiesto» tiene en común una propuesta política que se sustenta en todos los casos en la construcción de la fuerza de la clase trabajadora y, consecuentemente, se conciben como complementarios a un objetivo común de soberanía nacional y de clase.
CRISIS GENERAL DEL CAPITALISMO
El factor fundamental que determina la realidad en este momento histórico crucial para el desarrollo de la lucha de clases es la actual fase de la crisis general del capitalismo, así como su carácter estructural. El inexorable aumento de la composición orgánica del capital provoca la caída tendencial de la tasa de ganancia que, en la actual cuarta revolución industrial, va dando lugar a una crisis crónica cada vez más profunda, multifactorial y multidimensional y, por tanto, cada vez también más difícilmente reversible.
La degeneración del modo de producción capitalista y la consecuente barbarie que, de forma creciente, causa en la Humanidad, van haciendo más y más evidente su necesidad de superación, mientras que las consecuencias globales y multidimensionales de su crisis sitúan al Socialismo como único camino con futuro.
En su fase última de desarrollo imperialista, el capitalismo senil y agónico, cada día más parasitario y en descomposición, tiende a que la concentración y la centralización del capital se conviertan en un ejercicio crecientemente violento de su dictadura de clase. Hoy el capitalismo a duras penas puede presentar algún factor de avance social o
democrático: toda su existencia está marcada por su agotamiento histórico y por la acumulación parasitaria por desposesión, cuya máxima expresión es la guerra sistémica.
EL IMPERIALISMO ES EL ENEMIGO PRINCIPAL DE LA HUMANIDAD
Liderado por los EE. UU. y nucleado en torno a la OTAN, el bloque económico, político y militar occidental impone la guerra al conjunto de la Humanidad.
Sin más salida que la violencia generalizada para sostener una dominación global que solo puede mantenerse con las armas, su declive económico, geoestratégico e ideológico le sitúa en la vía unidireccional de la guerra global. Cuando la arquitectura financiera que sostiene la falsedad de su economía agota aceleradamente su recorrido, no tiene más alternativa que la imposición universal de la barbarie.
Ejemplos de ello son las constantes agresiones que el Imperialismo lleva adelante contra los Pueblos del planeta, muy especialmente el genocidio que la colonia sionista autodenominada «Israel» está cometiendo en Palestina, y la guerra que, tras el golpe de estado del Maidán en 2014 -perpetrado por el Departamento de Estado norteamericano-, libra la OTAN en Ucrania contra Rusia.
El deslinde de posiciones en relación a la guerra de Ucrania sitúa como una absoluta prioridad la necesidad de disputar política e ideológicamente todas las tomas de postura que, en cualquiera de sus más variadas expresiones políticas, debilitan las posiciones antiiimperialistas y se constituyen, a la postre, en funcionales al Imperialismo.
En este sentido, la confrontación frontal con la teorización de la «pirámide imperialista», que equipara responsabilidades entre la OTAN y la resistencia a sus planes expansionistas, es una obligación de primer orden para el campo revolucionario y antiimperialista.
La lucha antiimperialista exige un programa concreto de intervención orientado hacia la articulación de un Frente Mundial Antiimperialista en el que la búsqueda activa de la Paz, fundamentada en el derecho a la autodeterminación de los Pueblos y el respeto a su soberanía, deben estar determinados necesariamente por la exigencia de derrotar al Imperialismo.
Junto a esto es necesario profundizar en la batalla de ideas contra el revisionismo histórico, que, bajo el discurso de denuncia de todos los totalitarismos, llega a la aberración de equiparar el nazifascismo al comunismo, queriendo mostrar el capitalismo como el precursor y garante de la democracia, el desarrollo y el bienestar. En realidad, los nazismos y fascismos, clásicos o modificados, no son sino engendros del capitalismo, los cuales activa cuando la fuerza de la clase trabajadora desafía sus bases de explotación y dominación. El capitalismo, en sí, es un sistema basado en una y otra, en la desigualdad, en la colonización, en la guerra y el empobrecimiento de las grandes mayorías. En definitiva, en la destrucción de la Vida.
FRENTE MULTIPOLAR
En medio del caos global generado por el Imperialismo, una nueva realidad se abre paso, transformando el escenario de las relaciones internacionales entre Estados. De forma imparable avanzan dinámicas diversas que, sin constituir en absoluto una meta en sí mismas, sí conforman un nuevo marco para el desarrollo de la lucha de clases, de manera que desde posiciones revolucionarias lo calificamos de más positivo para los intereses de los pueblos y de la clase trabajadora internacional, pues propicia mejores condiciones objetivas y subjetivas para el triunfo de procesos democráticos, para el avance de los Pueblos en su emancipación y soberanía e, incluso, para las Revoluciones Socialistas.
La necesidad de intervenir en este marco obliga al desarrollo tanto de posiciones tácticas como de alianzas complejas de carácter temporal y limitado. Es un reto que asumimos con la exigencia de hacerlo desde la coherencia con las posiciones estratégicas y la lealtad a los principios.
Ninguna consideración justifica traficar con nuestros principios. Tampoco abandonar en ningún momento el rigor que, conforme a la teoría socialista y comunista científica (el marxismo-leninismo), debe sostener todos nuestros análisis y afirmaciones.
Por ello, en la complejidad de la batalla de ideas, que nos obliga a mantener abierta la crítica a todas las posiciones que tratan de debilitar la independencia de clase y el rigor analítico que nos exige el propósito revolucionario, por la relevancia que le otorga su posición hegemónica entre amplios sectores de la clase trabajadora, nos reiteramos en la caracterización de la socialdemocracia como una opción política incapaz de representar ninguna alternativa favorable a los intereses y necesidades de la clase obrera y los sectores populares. Tanto la socialdemocracia clásica como la que representa el oportunismo reformista en sus más diversas expresiones son hoy agentes de la clase capitalista en el seno del proletariado.
LA NECESARIA FORMACIÓN TEÓRICA
La consideración del marxismo-leninismo como la teoría del socialismo y comunismo científico justifica nuestro compromiso con la formación teórica. Por encima de comprensiones que lo pervierten y anulan, negándole precisamente su carácter científico, el marxismo-leninismo es un cuerpo de conocimiento en constante desarrollo, capaz de interpretar la realidad en su totalidad material para transformarla.
Ese es el significado real de la praxis: la teorización de la práctica concreta y la práctica concreta de la teoría.
RECUPERACIÓN INTEGRAL DE NUESTROS PRINCIPIOS FUNDACIONALES
El movimiento comunista a escala mundial se encuentra ante el mayor desafío desde la publicación del Manifiesto del Partido Comunista en 1848. En muchos casos cooptado por la pequeña burguesía, transformado en muro de contención de la lucha obrera y popular en las democracias burguesas, adulterado como proyecto genuinamente proletario cuya misión es organizar la Revolución Socialista mediante la toma del poder, debe librarse de la contaminación lentamente inoculada en más de 150 años de lucha.
Sin recuperar los principios fundacionales, sin depurar la ideología burguesa que impregna su accionar teórico-práctico, sin desprendernos de la línea pactista, institucionalista y pacifista hegemónica que nos tiene esterilizados, caminamos hacia su inevitable descalabro.
Su dramática ausencia, o en el «mejor de los casos», su presencia residual en la práctica totalidad de las grandes luchas de liberación nacional, levantamientos y rebeliones populares, combates y guerras contra el Imperialismo que, intermitentemente, se desarrollan en todos los continentes desde la destrucción de la URSS; confirma la urgencia de avanzar en un proceso integral de recuperación de los principios inicialmente elaborados por Marx y Engels, posteriormente desarrollados y perfeccionados por Lenin.
EL SUJETO REVOLUCIONARIO
Frente a los que desde la petulancia propia de la pequeña burguesía se reclaman como sujeto revolucionario, para la militancia comprometida con la CONFLUENCIA COMUNISTA el único sujeto político posible de la Revolución Socialista es el Pueblo organizado, encabezado por aquellos sectores de la clase trabajadora que han adquirido una conciencia social avanzada y pueden, por tanto, ponerse a la vanguardia política del movimiento de sus luchas.
Sostenemos una concepción que compromete a un constante ejercicio de trabajo político dirigido a intervenir en espacios políticos de masas, desarrollando una creciente capacidad de dirección política y construyendo referencialidades claras de la militancia comunista entre los sectores más avanzados del pueblo trabajador. Transmitir la teoría socialista y comunista científica a las masas requiere de la inteligencia política colectiva de saber situar los objetivos estratégicos sin perder la referencia de las exigencias y reivindicaciones materiales concretas e inmediatas de cada momento.
Estos son los principales acuerdos políticos sobre los que, hasta ahora, hemos venido trabajando. Nos debemos felicitar por el camino andado y la solidez de sus bases políticas y teóricas, que son las que nos empujan a seguir profundizando en la unidad de acción para la lucha en todos aquellos campos de intervención en los que coincidamos, respetando la soberanía de cada una de las estructuras de la CONFLUENCIA COMUNISTA a definir sus propios tiempos, pero con el compromiso firme de hacer avanzar las posiciones de clase y revolucionarias entre la clase trabajadora.
Tras este nuevo paso, seguimos avanzando en un proceso que se sigue construyendo y está abierto a la participación de toda la militancia comunista que comparta este proyecto.
¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!
¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!
¡VIVA LA CONFLUENCIA COMUNISTA!