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Las mujeres nos juzgarán. Isabel Perelló al Poder Judicial

Emilio Díaz Miranda

En este septiembre nublado por el humo de las guerras y las malas noticias hace poco que en el Madrid controlado por una mujer del Partido Popular y otros im-populares se abrió una especie de fanal de luz. Una mujer progresista, Isabel Perelló, juraba su cargo de Presidenta del CGPJ.

Después de largos y nada consesuados años, en que unos, en la España del siglo XXI, no se movían de sus asientos tronificados de jueces supremos por la caradura de unos y el poco valor de otros. la Apertura del Año Judicial se ha podido celebrar en esta ocasión con algo de Esperanza y un cierto acorde a los tiempos en que el feminismo gana terrenos antes vedados a las mujeres por el delito de haber nacido mujeres y, según dicen los que eso creen, por el bíblico Pecado Original de Eva y Adán que de original sólo tenía lo de haber comido una manzana prohibida.

El Órgano Supremo del Poder Judicial ha tenido un cambio interesante e importante que algunos califican de renovación, aunque es cuestión de ver si ha habido renovación en el futuro hacer del vetusto Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) después del complicado y semisecreto acuerdo político entre el intransigente Partido Popular y el gobernante Partido Socialista. Y las otras fuerzas políticas como convidados de piedra, eran  invitadas al silencio carpetovetónico, aceptando lo que otros han condimentado y guisado o protestando con el clásico pataleo.

La jerarquía del Partido Popular resistió como en Numancia durante años el asedio del PSOE de Sánchez, ya que el de Felipe González parecía, en opinión de muchos votantes,  más de socio-listos que de socialistas. La jerarquía im-popular partía de la convicción de que ellos eran los únicos españoles verdaderos y, como tales, los únicos con derecho no escrito a decidir sobre los destinos de España y de sus instituciones, tanto si ganaban elecciones como si las perdían, con mucha palabrería, excusas y artimañas cambiantes.

Al solemne acto, presidido por el Rey asistieron los nuevos veinte Vocales del Consejo General del Poder Judicial tras el pacto o acuerdo hecho in secretis como in extremis sobre la persona, en este caso una mujer, que deberá dirigir el órgano más importante del llamado Tercer Poder del Estado durante el próximo tiempo. La elección de Isabel Perelló, fue algo así como el parto de los montes que se produjo tras semanas de negociaciones.

Isabel Perelló no solo es mujer, sino que también es catalana, lo que supone para algunos ultraortodoxos del machismo hispánico una afrenta. Isabel Perelló es la primera mujer en la historia llamada a presidir el órgano de gobierno de los jueces, así como el Tribunal Supremo, desde el lejano año 1812, cuando se creó este órgano judicial, o sea, más de doscientos largos años cargados de historia, no solamente de historia judicial, sino de historia de España.

La nueva Presidenta del Consejo Judicial dijo en su discurso que había nacido en una España en que las mujeres no podían ser juezas. La Carrera judicial les estaba vedada. “Ahora las mujeres somos mayoría (...). Tuvimos que esperar al siglo XXI para llegar al Tribunal Supremo. Aún así, queda mucho camino por recorrer: las mujeres siguen siendo minoría en los áltos cargos judiciales”. Lo bueno de la elección de doña Isabel no es solamente que el supremo sillón de la judicatura española lo ocupe por primera vez una mujer, sino que vuelva a estar ocupado por una persona progresista después de inamovibles décadas de conservadurismo. 

En su discurso, Isabel Perelló habló de uno de los principales problemas que desafiarán su mandato del CGPJ: que se ocupen el centenar de vacantes en las cúpulas de los principales tribunales. Eso es la triste cosecha del bloqueo im-popular de los últimos años. Una ardua tarea que doña Isabel pretende llevar a cabo, según sus propia palabras,   “con rigor, transparencia y respetando estrictamente los principios de mérito y capacidad”. “Tenemos la obligación de garantizar que el sistema de selección de magistrados nos lleve a la elección de los mejores profesionales”. A los que no somos jueces nos toca esperar que la capacidad profesional vaya aparejada por el ejercicio de la justicia y no de evasiones jurisprudenticas.

Isabel Perelló en su primera intervención pública como presidenta del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo realizó un discurso prometedor en el solemne acto de Apertura del Año Judicial. Durante varios tensos minutos, la progresista presidenta planteó un discurso de marca feminista, recordando la lucha de las mujeres que en el pasado y presente próximo lucharon por el “derecho a la igualdad” y contra la “inmerecida invisibilidad a la que se han visto sometidas en los distintos ámbitos de la vida profesional y social”.

Nosotros, pecadores masculinos, esperemos que el día del Juicio que nos toque nos coja confesados, porque empieza un tiempo en las mujeres nos han de juzgar.