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viernes, 27 de septiembre de 2024 00:14h.

"Yo (no) soy apolítico" - por Yeray Hernández

 

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"Yo (no) soy apolítico"

Yeray Hernández

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Hubiera querido comenzar este artículo añadiendo al final del título el emoticono de las redes sociales donde se hace referencia a expresiones de frustración, el de los ojos hacia arriba. Con este artículo pretendo hacer una gestión creativa del cabreo [1] que me produce la frase “yo soy apolítico”. Es una frase que escucho con relativa frecuencia, así como otras similares: “ese movimiento social está politizado”, “ir a esa manifestación es hacer política” o el “yo soy apolítico, pero [añada aquí la opinión política que haya escuchado últimamente por parte de su persona “apolítica” favorita]”. El principal objetivo de este artículo es, por tanto, desmontar esta afirmación. 

La Real Academia Española ofrece nada menos que doce acepciones para el lema política [2], aunque, para el objeto que nos ocupa, yo destacaría fundamentalmente dos. La primera define política como la ‘actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos’ y, la segunda, a la ‘actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo’ [la negrita es mía]. La primera de las definiciones se alinea con lo que normalmente se entiende por políticaaquello que hacen los políticos (de partido). La segunda, por el contrario, deriva del griego clásico politik (πολιτική), y a partir de este tema, el adjetivo politikós (πολιτικός), adaptado al latín politĭcus, siendo la traducción literal ‘de los ciudadanos’ o ‘para los ciudadanos’. La política es, por tanto, lo que concierne a la polis, es decir, el lugar donde viven los ciudadanos [3]. Esta segunda definición de la RAE es a la que me acojo y la que utilizaré en este artículo.  

Y es que, efectivamente, la política no es sólo aquello que hacen los políticos, sino toda acción (dada u omisa) u opinión de un ciudadano que, de forma consciente o inconsciente, se interese por los asuntos del día a día. En lo que resta del artículo, expondré ejemplos cotidianos en los que un ciudadano o ciudadana perteneciente a las clases subalternas hace política, aunque crea que no lo hace. 

Comencemos por la energía. ¿Se ha lamentado Usted en público alguna vez por los precios de la electricidad o de no entender la factura de la luz? Pues está Usted haciendo política, sólo opinando sobre este hecho. En ese caso, está opinando sobre un asunto público, a saber, la gobernanza energética. Supongamos que, como consecuencia de esta frustración (o de su indignación porque el oligopolio eléctrico sea uno de los principales responsables del deterioro ambiental), Usted decide contratar la comercialización de su electricidad con una cooperativa sin ánimo de lucro que produce toda su energía de forma renovable (o decide directamente instalar paneles fotovoltaicos en su casa para autoconsumir electricidad). Pues está Usted haciendo política. Está así reaccionando ante un asunto público que le preocupa. 

Si pasamos al sector de la agricultura y la alimentación, podríamos hablar prácticamente en el mismo sentido. Pero, por no repetirme, haré referencia a una persona que decide hacer la compra de fruta y verdura en el mercado más cercano. ¡Por no mencionar a aquellas que consumen productos de kilómetro cero y de producción agroecológica! Esa persona que va al mercado está haciendo política al estar rechazando opciones alternativas de consumo de fruta y verdura, normalmente controladas por grandes distribuidoras, traídas de zonas lejanas a Canarias y que utilizan sistemas de producción agresivos con la Naturaleza (asunto público donde los haya). Si, por el contrario, no puede realizar la compra del mes en supermercados cooperativos, sino que tiene forzosamente que acudir a grandes superficies, pues le están haciendo política a Usted. Para un nivel de conciencia mayor, podría mencionar también a todo ese conjunto de personas que ha decidido seguir una dieta basada en plantas (vegetarianas o veganas). Están haciendo política porque rechazan la sobreexplotación animal. 

Pasemos al sector industrial. ¿No ha pensado Usted en alguna ocasión por qué todo se produce en países lejanos y, normalmente, empobrecidos? ¿No ha pensado Usted alguna vez “de verdad debemos importar esto”? ¿“De verdad que no podemos hacer esto nosotros”? ¿No se ha negado Usted, por ejemplo, a comprar ropa que se fabrica en países empobrecidos donde los trabajadores realizan su actividad en condiciones de sobreexplotación laboral? En caso afirmativo, está Usted haciendo política. En caso contrario, la política se la están haciendo a Usted. 

Ya si pasamos al sector servicios, podríamos hablar, por ejemplo, de la movilidad. Si usted usa conscientemente el transporte público, sustituyendo el coche, o usa la bicicleta como alternativa de movilidad, está Usted haciendo política, en este último caso, con cada pedaleo. Y, en el caso de que quiera usar medios sostenibles y no disponga de ellos o de su infraestructura, que sepa que le están haciendo política. ¿Ha renunciado Usted a volar porque siente vergüenza (flygskam) o hace turismo de forma austera? Hace política. Pero es que digo más, si es Usted profesor/a de alguna asignatura de Economía en la Universidad y decide, deliberadamente, no impartir ciertos contenidos, digamos, por ejemplo, Economía Ecológica, por considerarlos inadecuados (no voy a entrar en si tiene razón o no), está Usted haciendo política. Incluso si llega Usted a pensar que la farola que instaló el Ayuntamiento en la esquina de su casa no debería ir en ese lugar sino en otro, hace política. Es decir, piensa Usted en un asunto público. 

La lista podría seguir alargándose. Pensemos, por ejemplo, en los servicios financieros. Cualquier persona que saque el dinero de su entidad bancaria de toda la vida, porque ha tenido conocimiento de que financia a la industria fósil o a la industria de la guerra, y meta ese dinero en un banco ético está haciendo política. O incluso aquellas personas que han decidido no informarse de forma pasiva (tragándose las fake news de la TV, la radio o las redes sociales al uso) y pasan a hacerlo de forma activa financiando proyectos informativos de calidad, están haciendo política. Y, por supuesto, no dude Usted de que, si ha decidido “informarse” de forma pasiva, le están haciendo política a Usted. 

Y esta lista podría continuar ad infinitum. Todos hacemos política, lo quiera o no, sea consciente o no de ello, o tenga un nivel alto o bajo de conciencia. Así que sí, Usted es político-ca, apartidista quizás. Y no pasa nada. Hacer política en el sentido utilizado en este artículo es algo bonito y deseable, se preocupa Usted de los asuntos públicos de su polis. Así que, recuerde, ¡claro que los movimientos sociales son políticos!, ¡claro que ir a las manifestaciones es hacer política! Y no ir también. 

Agradecimientos 

Agradezco los comentarios constructivos realizados a este artículo por parte de dos lingüistas anónimos, profesores de la Universidad de La Laguna. 

Referencias 

[1]  

J. Izquierdo Vallina, La gestión creativa del cabreo, KRK, 2017.  

[2]  

RAE, «político, ca,» Real Academia Española, 2024. [En línea]. Available: https://dle.rae.es/político?m=form. 

[3]  

S. Armesilla, La política en 100 preguntas, Madrid: Nowtilus, 2020.  

YERAY HERNÁNDEZ
YERAY HERNÁNDEZ

Yeray Hernández es Doctor en Economía Aplicada y está especializado en Economía Ecológica. Fue investigador científico del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea entre 2014 y 2020. Actualmente investiga en la Universidad de La Laguna

 

 

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