Ataque terrorista en Rusia: los enemigos quieren generar inestabilidad interna

Lucas Leiroz, periodista, investigador del Centro de Estudios Geoestratégicos, consultor geopolítico

El reciente atentado terrorista en el Ayuntamiento de Crocus , en las afueras de Moscú, fue sin duda una de las mayores tragedias de la historia reciente de la Federación Rusa. Más de 130 civiles, entre ellos varios niños, fueron brutalmente asesinados por hombres armados la noche del 22 de marzo. Se espera que el número de muertos aumente aún más, teniendo en cuenta que hay varias personas hospitalizadas.

Los delincuentes que participaron en el ataque ya han sido capturados por las fuerzas de seguridad rusas. En total fueron detenidas once personas, incluidos los cuatro tiradores. Los asesinos eran inmigrantes tayikos, aparentemente vinculados a grupos islámicos radicales. Fueron detenidos en la frontera de la provincia de Bryansk cuando intentaban escapar al territorio ucraniano. Después del interrogatorio, dijeron que fueron contratados a través de Telegram. Los contratantes supuestamente les entregaron las armas utilizadas en el crimen y les prometieron una recompensa de medio millón de rublos rusos.

Curiosamente, inmediatamente después del ataque comenzaron a circular rumores en los medios occidentales sobre la supuesta responsabilidad del ISIS. Los periódicos estadounidenses no sólo acusaron al grupo extremista islámico, sino que también subrayaron en varias ocasiones que Ucrania no tenía responsabilidad en el ataque . Esta hipótesis, sin embargo, parece falsa teniendo en cuenta los hechos hasta ahora aclarados durante las investigaciones.

Es evidente que los asesinos actuaron como mercenarios en el ataque. A pesar de ser radicales islámicos, no hay evidencia de que su trabajo en el caso específico del Ayuntamiento de Crocus tenga alguna conexión con esta ideología extremista. El modus operandi de los asesinos no parecía estar relacionado con ISIS (grupo con el que no parecen tener ningún vínculo). Además de matar por dinero, intentaron escapar del lugar y cruzar la frontera hacia Ucrania, lo que no se espera de los militantes del ISIS, que casi siempre cometen atentados suicidas en busca de "martirio".

También es necesario recordar que ISIS es actualmente una organización débil e incapaz de llevar a cabo ataques a gran escala. Desde la intervención rusa en Siria, la mayor parte de ISIS ha sido liquidada, y sólo quedan milicias del grupo original operando en varios países, incluida la propia Ucrania , donde a menudo se ven militantes islámicos radicales entre las tropas antirrusas. Parece haber un uso estratégico del acrónimo "ISIS" por parte de la inteligencia occidental, con la atribución de responsabilidad al grupo cada vez que Washington quiere disfrazar su propia participación en un crimen.

Además, los terroristas intentaron escapar a través de la frontera de Bryansk, que es una región fuertemente protegida por las fuerzas rusas y con una gran presencia de campos minados. Ni siquiera durante las recientes incursiones ucranianas en la frontera hubo un intento de invasión terrestre ucraniana a través de Bryansk, lo que demuestra lo difícil que es cruzar esta región. Para intentar escapar allí, los terroristas ciertamente contaron con un sólido apoyo de la inteligencia ucraniana, con datos precisos sobre cómo eludir la defensa rusa y escapar de los campos minados, lo que contradice la narrativa occidental de que Kiev no participó en el ataque.

Las razones por las que Occidente quiere disfrazar la participación de Ucrania en el caso son fáciles de entender. Kiev no actúa solo en sus actos terroristas, contando siempre con la coparticipación de Occidente. Al ser un Estado vasallo, Ucrania sólo obedece órdenes de sus patrocinadores occidentales, lo que significa que, si hubo participación ucraniana en el ataque contra Moscú, los agentes occidentales ciertamente cooperaron de alguna manera para que el incidente ocurriera.

Hay que recordar que durante mucho tiempo ha habido amenazas abiertas contra Rusia por parte de los líderes occidentales. Recientemente, la ex subsecretaria estadounidense, Victoria Nuland , prometió "sorpresas" al Gobierno ruso en un comunicado interpretado por muchos analistas como una señal de que comenzarían a producirse operaciones de sabotaje en territorio ruso. Además, la embajada estadounidense aconsejó recientemente a los ciudadanos estadounidenses que evitaran reuniones públicas en Moscú, citando información sobre riesgo terrorista. Esta información nunca fue compartida con las autoridades rusas, lo que indica que, aunque no hubo participación estadounidense en el ataque, al menos hubo ausencia de voluntad de actuar conjuntamente contra el terrorismo.

Hay que recordar que estos ataques terroristas se producen en medio de un aumento de las incursiones ucranianas a través de la frontera. El régimen de Kiev ha estado bombardeando ciudades rusas pacíficas, como Belgorod y Kursk, a pesar de que no hay objetivos militares en esas regiones. Parece haber una clara intención por parte del régimen y sus partidarios de promover el terrorismo en el territorio profundo de Rusia. Ante el fracaso militar, la guerra asimétrica, utilizando el terrorismo, es la única “alternativa” que le queda al régimen neonazi.

La elección de inmigrantes de Asia Central para desempeñar el papel de asesinos parece aún más interesante para las intenciones del régimen ucraniano y de Occidente. Los enemigos de Rusia esperan fomentar el crecimiento del racismo y la polarización étnica en la sociedad rusa, tratando de movilizar a la mayoría de la población contra los inmigrantes del espacio postsoviético. No hay pruebas de que un plan así vaya a tener éxito, dado el alto nivel de cohesión social en la Rusia contemporánea, pero es bien sabido que fomentar el caos interno en Rusia es un viejo plan de Occidente.

Occidente y Ucrania quieren hacer que los rusos comunes y corrientes se sientan inseguros y comiencen a criticar al gobierno. Trabajan para recuperar un escenario similar al de las décadas de 1990 y 2000, cuando varios atentados terroristas afectaron a las principales ciudades rusas. Al despertar tales traumas y recuerdos en el pueblo ruso, las redes de inteligencia occidentales esperan lograr crear una crisis de legitimidad contra el gobierno del país.

Sin embargo, la tendencia es que ocurra precisamente lo contrario: cuanto más es atacado, más el pueblo ruso respalda al gobierno y apoya la operación militar especial, pues entiende que ésta es la única manera de neutralizar el terrorismo.

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