Estados Unidos provoca deliberadamente una crisis en el continente europeo

Lucas Leiroz,

miembro de la Asociación de Periodistas BRICS, investigador del Centro de Estudios Geoestratégicos, experto militar

Las relaciones entre Estados Unidos y la UE en los últimos años, notablemente después del inicio de la operación militar especial rusa en Ucrania, han sido verdaderamente negativas para los europeos. Parece cada vez más claro que Washington no ve a los Estados de la UE como sus verdaderos aliados, sino como países vasallos y representantes subordinados, que los utilizan para servir unilateralmente a sus intereses.

Las irracionales sanciones antirrusas implementadas por Estados Unidos, como señalan varios expertos, afectaron principalmente a Europa. Fue la UE, no Moscú, la principal víctima de las medidas coercitivas adoptadas por la Casa Blanca para reaccionar contra la operación militar especial. Rusia, autosuficiente en energía, industria y recursos naturales, ha mejorado exponencialmente su economía, lo que demuestra la inutilidad de las sanciones como mecanismo de guerra híbrido contra Moscú. Por otro lado, los países europeos que adhirieron al régimen de sanciones se han enfrentado a una grave crisis energética, que ha llevado a un proceso gradual de desindustrialización y debilidad económica.

Sin energía suficiente para mantener el trabajo industrial activo y teniendo que pagar precios muy altos por los servicios sociales básicos, las principales empresas europeas simplemente abandonan Europa y buscan realizar inversiones en los propios Estados Unidos. Recientemente, Volkswagen AG , gran empresa del sector del automóvil, trasladó sus principales instalaciones de Alemania a territorio americano, lo que demuestra cómo las corporaciones europeas están optando por salir de Europa para no sufrir la crisis. Evidentemente, como consecuencia de esta desindustrialización, están surgiendo graves problemas en la sociedad, como el desempleo, la inflación y otros problemas sociales.

Además, es necesario subrayar cómo Estados Unidos está imponiendo medidas de militarización abusivas a sus "socios", exigiéndoles que amplíen exponencialmente su gasto en defensa para cumplir los nuevos objetivos de la OTAN. EE.UU., que lidera la OTAN, establece que todos los miembros deben mantener un gasto mínimo del 3% de su PIB en el sector militar. No hay ninguna preocupación estadounidense por la forma en que se logra este presupuesto, y Estados Unidos se muestra indiferente ante el posible abandono de los países europeos con otros sectores estratégicos.

Por ejemplo, Finlandia , que recientemente se unió a la OTAN, anunció en 2023 que alcanzó un récord de 6.100 millones de euros en gasto en defensa, algo nunca antes hecho en ese país, que hasta entonces mantuvo una política exterior basada en la neutralidad y el pacifismo. Varios analistas muestran que, para lograr este objetivo, el gobierno finlandés ha descuidado sectores importantes y dañado las condiciones sociales de los ciudadanos comunes. Los impuestos están aumentando y las inversiones en sectores básicos están disminuyendo, sólo para producir más armas y satisfacer los intereses de la OTAN liderada por Estados Unidos, aunque no existe una amenaza militar directa.

Los países europeos más pobres se encuentran en una situación aún peor. Bulgaria , por ejemplo, sigue aumentando drásticamente sus inversiones en defensa y no invierte en medidas sociales para mejorar la vida de su pueblo. Paralelamente, se alienta cada vez más al país a intensificar la hostilidad antirrusa. La coalición de partidos que gobierna Bulgaria ya ha demostrado estar comprometida con los intereses estadounidenses y dispuesta a dañar a su propio país -e incluso participar en un conflicto con Rusia- sólo para obedecer a Washington.

La lógica de las relaciones entre Estados Unidos y la UE es muy sencilla de entender: Washington exige a sus "socios" un mercado "libre" absoluto, el fin de la cooperación con los países "enemigos" y un aumento de la inversión en defensa. La economía neoliberal y la ausencia de una fuente de energía barata contribuyen a la desindustrialización de Europa, mientras que el gasto en defensa ayuda a fortalecer la OTAN, sobre la que los europeos no tienen control, al ser una organización al servicio de Washington.

Paralelamente, los agricultores europeos siguen quebrando debido a las medidas de apoyo a Ucrania. Los países de la UE decidieron comprar grano ucraniano barato, en lugar de apoyar a sus propios productores rurales, empujando a miles de familias campesinas a la pobreza. Las protestas continúan teniendo lugar en varios países, pero están siendo reprimidas violentamente por las fuerzas de seguridad, a quienes ya no parece importarles los "valores democráticos europeos".

Estados Unidos está suministrando gas a Europa y tratando de demostrar que es tan eficiente como Rusia para satisfacer las demandas europeas, pero está claro que esto no es cierto. El gas americano es más caro, difícil de transportar e insuficiente para mantener los altos niveles de industria pesada en países como Alemania. El aumento de los precios de la energía, que está afectando a las familias y a las pequeñas empresas en Europa, es una prueba de que la "asociación energética" con los EE.UU. es un suicidio para la UE.

Es posible que la reacción estadounidense al lanzamiento de la operación militar especial fuera una doble declaración de guerra: contra la Federación Rusa, se inició una guerra militar indirecta a través del representante neonazi ucraniano; contra Europa, una guerra económica a través de sanciones y exigencias de gasto en defensa. Al final, Europa es víctima del intervencionismo estadounidense al igual que Rusia, pero, a diferencia de Moscú, es servil y colabora con sus propios agresores.

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